Viernes, 31 de agosto de 2007 | Hoy
INUTILíSIMO
Pocas tareas nos pueden producir mayores satisfacciones en la vida doméstica que el reciclado de objetos que parecían destinados a la basura y a los que les damos nueva vida convirtiéndolos en objetos artísticos. Tal el caso de las botellas de vino, licor, aceite, salsa que —aunque algunas tengan un formato común y seriado— se pueden transformar en un fino y original adorno, y hasta formar una hermosa colección en el estante del living. “Cualquier envase de vidrio es apto para este tipo de artesanía y hasta las grandes damajuanas pueden volverse preciados ornamentos. No importa su forma, color o tamaño, cada botella o botellón les inspirará una decoración distinta”, nos garantiza el su número 28 el fascículo de Artesana, Enciclopedia de Manualidades para el Hogar (Cuantica Editora, sin fecha).
Se puede optar, pues, con toda libertad, según los gustos personales “por diseños románticos, geométricos o sofisticados”. Para este trabajo necesitará, además de las citadas botellas, esmaltes sintéticos multicolores, pinceles de diverso tamaño, un lienzo usado para proteger la mesa, papel para dibujar el modelo, un lápiz, un vidrio o mosaico para las mezclas de colores y una pequeña espátula. Procedamos, entonces.
Limpie bien la botella, lávela por dentro
y por fuera con detergente, quite bien las etiquetas
y otras marcas, deje secar.
Dibuje el motivo deseado sobre papel
para tener una idea del resultado final
y de las proporciones.
Con la espátula, extienda sobre el vidrio
una pequeña cantidad de esmalte, deje secar.
Con un color neutro, preferentemente un beige,
haga a continuación el dibujo con el pincel para filetes,
deje secar.
Ya está el diseño en perfectas condiciones
de recibir los colores respectivos, dejando secar
cada uno antes de aplicar el siguiente, para que
los tonos no se mezclen desvirtuando el motivo elegido.
Tenga muy en cuenta que aunque las pinturas sintéticas son de secado rápido y el trabajo es sencillo de realizar, cada botella puede demandarle de dos a tres horas. Desde luego, el logro final justificará plenamente la inversión de tiempo y de materiales, sobre todo cuando la colección empiece a crecer, incentivándole la creatividad (hasta se puede permitir algunos diseños de vanguardia, cubistas o abstractos, por ejemplo, que puede recrear a su manera si consigue algún libro de arte pictórico). Aparte de darse un gusto personal y de embellecer la sala de estar, disfrutará de una bien ganada emoción cuando sus familiares y amistades se detengan a admirarla (a usted y a la colección, pieza por pieza).
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