Viernes, 17 de junio de 2005 | Hoy
MONDO FISHON
Todo llega, muchachos, todo, incluso la posibilidad de prescindir completamente de nuestros cuerpos femeninos. Y no estamos hablando de esas prótesis tan realistas en las que es posible poner agua caliente (en la parte que debe estar caliente) para simular calor humano. Estamos refiriéndonos a la reproducción. Sí, la conservación de la especie humana está en el umbral de una puerta que, de abrirse, terminará de separar sexualidad y procreación. Henri Atlan –este filósofo que, según sus palabras, “nunca dejo de pensar en el hombre y para el hombre”–, en su libro El útero artificial, reflexiona sobre la desaparición del embarazo y el parto y no augura ningún jardín de rosas. “Si un día logramos explicar la totalidad de nuestros comportamientos, de nuestros deseos e incluso de nuestro libre albedrío no será en ningún caso el final de la búsqueda de una vida feliz, ni de la responsabilidad.” Entonces, no se trata de mejorar la vida de las personas, sino sencillamente de seguir generándola, alargándola, controlándola, como sea. ¿Ciencia ficción? Atlan dice que de ninguna manera, que en un lapso de entre 20 y 50 años –apenas un parpadeo en la mirada del tiempo– la posibilidad de gestar en incubadoras a un ser humano desde su etapa previa como gamento hasta que se lo pueda desconectar con un chirlo en la colita, será una realidad concreta y palpable. ¿Serán estas buenas o malas noticias? ¿Será que los varones finalmente conseguirán apropiarse de la maternidad como dice Levi Strauss que lo vienen haciendo desde el comienzo de la historia? Y en este caso, ¿cuándo empezará la vida?
De todos modos, y mientras hay quien espera poder reproducirse sin necesidad del útero –ya sea porque no lo tiene ni lo quiere tener o porque no quiere que le salgan estrías–, hay modos de ir entrenando la función parental sin más compromiso que un importante desembolso de dinero que más tarde dejará en la puerta de su casa y cual cigüeña a un bebé exacto a uno real solo que inanimado. Tan perfectos son que hasta le darán el asiento en el colectivo, será fácil ahorrarse todo tipo de colas y tendrá prioridad para conseguir taxis en días de lluvia. No podemos imaginar otros beneficios para estos muñecos llamados reborns –renacidos- que salen más caros que un viaje a Europa ida y vuelta.
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