Viernes, 26 de octubre de 2007 | Hoy
TALK SHOW
Por Moira Soto
A diez años del estreno mundial de su primera pieza, Aniquilados (1995), y a seis de su suicidio por ahorcamiento (a los 28, en 1999), la genial dramaturga inglesa Sarah Kane fue dada a conocer al público argentino a través de una ascética puesta de Luciano Cáceres, iluminada por Eli Sirlin y memorablemente actuada por Leonor Manso: 4.48 Psicosis se mantuvo largamente en cartel en ElKafka, con alguna interrupción, y están avanzadas las tratativas para que esta puesta realice una próxima gira por España, para retornar el año que viene a la cartelera porteña. Poco después del estreno de 4.48..., se presentó Crave (1998), dirigida por Cristian Drut, hace un par de meses Manso estrenó la puesta de Aniquilados (1995), actualmente en cartel, y en estos días se produjo el debut de Cleansed (1998), bajo la conducción de Mariano Stolkiner. De modo que sólo resta conocer en la escena local Phaedra’s Love (1996) para completar la producción de Kane, también autora de un guión televisivo, Skin (1997).
El mérito de haber introducido en nuestro país a Sarah Kane, de haberse animado con la revulsiva dramaturga inglesa, le corresponde, entonces, a Leonor Manso: los representantes de Beckett, de quien la actriz y directora había llevado a escena con mucho éxito de público y de crítica Esperando a Godot, le ofrecieron 4.48...: “Honestamente, no conocía nada de Sarah, pero ese texto me causó un profundo impacto, me conmovió su temática, la forma teatral de expresarla, el nivel poético y a la vez me atrajo el desafío que implicaban la puesta, la interpretación. Así que pagué los derechos y me puse a investigar sobre ella, una autora de tanto talento, con esa historia tremenda de haber sido abusada de niña por su padre, esa vida tan intensa y corta por propia decisión. Tiempo después, alguien me pasó una traducción de Aniquilados que había salido en una revista española, y de nuevo quedé muy impresionada. Me pareció increíble en esta primera obra, escrita a los 23, la osadía de Sarah para llamar por su nombre las cosas que la afligían, mostrarlas directamente. Y esa libertad para cambiar radicalmente la escena en un momento dado y transformar el relato, con el consiguiente desafío para la puesta. Compré sin vacilar los derechos y decidí hacerme cargo de la puesta, me puse a trabajar mientras seguía interpretando 4.48.... Aniquilados me parece una pieza de tremenda vigencia y alcances universales”.
El atrevimiento inaudito de Sarah Kane, obsesionada por las atrocidades del siglo XX –las guerras, los genocidios, las torturas, la explotación de personas de toda edad, el hambre–, provocó, en el momento del estreno en Londres de Aniquilados, el repudio casi masivo de la crítica (en Buenos Aires también hubo cronistas que se rasgaron las vestiduras), molesta porque la muy joven dramaturga no se privaba de mostrar sobre el escenario situaciones incestuosas derivadas del abuso infantil, canibalismo en vivo, un hombre maduro violado por un soldado... Harold Pinter salió en defensa de esta obra que habla de lo indecible, que propone representar lo irrepresentable, que pide peligrosas decisiones de la puesta, un arrojo inusual por parte de los intérpretes. Lejos de achicarse ante semejante reto, Manso se lanzó al abordaje y encontró en Belén Blanco (foto), Patricio Contreras y Fabio de Tomasso el grado de compromiso y de intrepidez indispensables para encarnar a estos personajes extremos reunidos en un impersonal cuarto de hotel –al hombre maduro y a la chica aniñada se suma, al promediar la obra, que transcurre en una ciudad cualquiera, un soldado con todos los arreos, que viene de la guerra que sucede afuera– que se transforma abruptamente en un paisaje después de la batalla. La chica, que tenía una tortuosa relación sexual con el hombre, desaparece y el soldado de apodera de la situación, mutila y veja al hombre, enumera las crueldades del ejército que integra antes de darse muerte, entonces reaparece la joven transfigurada en un ser endurecido, inclemente.
“Es verdad que Sarah se atreve a mencionar y poner en acto cosas que a alguna gente le resultan chocantes en el teatro”, señala Leonor Manso. “Pero son cosas que exhibidas en forma sensacionalista, para alimentar el morbo, se pueden ver en la televisión, en el living de cualquier casa, a lo sumo provocan una compasión fugaz, no una toma de conciencia. No hay más que observar cómo se cuentan los casos de abuso o de violación, la forma en que se trató el crimen de Nora Dalmasso, la exhibición brutal e injustificada de su cuerpo desnudo y deformado... Lo que te enrostra Sarah, aparte de la violencia doméstica, es lo que pasó en Bosnia, lo que está pasando en Guantánamo, en Irak, la violación sistemática de los derechos humanos elementales donde hay guerra... Ella lo expone sin vueltas, con crudeza, hace una condensación y produce una gran conmoción. Cuando ella estrenó Aniquilados en Londres, había aparecido una foto proveniente de Bosnia de una mujer que se había ahorcado desesperada, por no poder soportar tanto horror. Y Sarah preguntaba a los escandalizados por su obra: ‘¿Por qué no se espantan de igual manera frente a esta violencia que ven a diario, que podría evitarse? A mi obra pueden sacarle los subsidios, decirle a la gente que no vaya al teatro, pero la foto de esta mujer ahorcada, que representa a muchas otras que tomaron la misma determinación, no se la podrán borrar de sus conciencias, de sus corazones...’”
Para Leonor Manso, lo extraordinario de Sarah Kane, abusada de niña, hipersensible al sufrimiento humano provocado por los gobiernos, la codicia, la intolerancia, “es que ella convierte esa herida incurable, esa lucidez sin filtros, en un hecho artístico, en una protesta personal conducente. También en 4.48, además de estas obsesiones que reaparecen, se habla abiertamente de otra cuestión innombrable: el suicidio cuando la vida se vuelve invivible, cuando ni las terapias ni las pastillas te pueden calmar el dolor de ser testigo impotente de tantas atrocidades”.
Aniquilados los viernes (entrada general $30, estudiantes y jubilados $20, grupos $ 15) y sábados (entrada general $ 30), a las 23, en Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamente 1043, 4863-2848.
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