Graciela Schadt es una mujer paqueta, de esas a las que jamás se las verá despintada ni con una arruga en la solapa. Eso le enseñaron su mamá y sus tías de Coronel Pringles, a 130 kilómetros de Bahía; además de que tenía que estudiar secretariado comercial y formar una familia. Graciela se casó y tuvo 4 hijos. Hizo todo lo que le encomendaron, a pesar del divorcio. Y aunque su madre se escandalice, desde hace cuatro años, cuando operó al mayor de un aneurisma cerebral, le agradece a Dios su recuperación dando de comer, repartiendo medicamentos, anticonceptivos y asistiendo a unas 650 personas por día. “Empecé dando frutas y verduras, pan, carcasa de pollo, cosas que conseguía pidiendo. Pero a partir de diciembre de 2001 empecé a cocinar porque no solucionaba nada dándoles verduras o carne si a los que no les cortaban el gas se les terminaba la garrafa.” Con gorro en la cabeza y delantal blanco impecables, cocina y prepara viandas para que la gente se la lleve a la casa. “Porque no quiero que la familia se separe”, dice.
Graciela acompañó a esta cronista a ver a las mujeres que no pudieron ir al encuentro. “Estoy luchando a brazo partido para ayudarlas. Yo voy todas las semanas al asentamiento. Cuando necesitan algo, cuando lloran, cuandogritan, vienen. Y si necesitan ir al médico o lo que sea, desde acá parte un acompañamiento. Un psicólogo viene los viernes y tengo un pediatra pero no lo puedo traer porque no tengo lugar”, dice. El Hogar Noel (hogarnoelARROBAyahoo.com.ar), que no es más que su casa porque todavía no consiguió otro espacio, también asiste a 30 personas con VIH: “Lo que quiero es hacer un hogar de tránsito para ellos porque vienen desde los pueblos en combi o colectivo y a lo mejor desde las 2 de la mañana esperan en el hospital hasta las 2 de la tarde a que los atiendan. Quiero tener un lugar donde puedan bañarse, descansar, comer”.