ENRIQUE MARIANI:
“Darle la espalda al preservativo es comparable con darle la espalda a la dictadura”.
“No permitir el uso de preservativo frente a una plaga como el sida es una complicidad con la muerte”, sentencia Enrique “Quito” Mariani, sacerdote de Nuestra Señora del Valle, en la Ciudad de Córdoba, una iglesia a la que llaman la cripta “porque está subterránea y porque también nuestras ideas son subterráneas”, resalta Mariani, en desacato a la orden de silencio que le impuso el obispo cordobés Carlos Ñañez, quien lo llamó a silencio y mandó su caso a Roma frente a la publicación del libro Sin tapujos, en donde Mariani revela una biografía que incluye algunos encuentros sexuales y además expone su filosofía católica disidente.
–¿El clero tiene que ejercer presión política en temas de salud pública?
–No. Se hace mal en actuar como factor de poder porque cuando la Iglesia se opone a una ley, los legisladores se vuelven atrás. En Córdoba vi cómo no aprobaban proyectos de salud reproductiva. Son actos de nostalgia de cuando era todo cristianismo y no existía el pluralismo.
–¿Por qué la Iglesia se empeña en criticar un arma de prevención como el preservativo?
–Estoy convencido de que esta Iglesia está basada en el autoritarismo y por eso mantienen normas que la gente no observa realmente. Sería muy lindo que todos fueran fieles y sólo hubiera sexo con maduración completa, pero la realidad es otra. Y hay que buscarle remedio. Darle la espalda al preservativo es comparable con darle la espalda a los secuestros y las torturas durante la dictadura. Los prejuicios anacrónicos contra los métodos de regulación de la fertilidad y el preservativo implican no adaptarse a una realidad que pide a gritos un cambio. Además, la sexualidad como origen de comunicación y placer tiene que ser recuperadacomo algo valioso en el hogar y no sólo para la reproducción. Esto ha empezado a cambiar para algunos teólogos.
–Si algunos piensan diferente ¿por qué no hay un movimiento eclesiástico interno que pida una renovación de estas posturas?
–Muchos piden una reforma, pero ha habido una represión muy fuerte de parte del Vaticano y eso ha causado temor de ser sancionado y marginado. Incluso, salvo que haya una sorpresa muy grande, el recambio de Juan Pablo II va a ser con una línea de continuidad. El cambio va a llegar, pero todavía falta mucho.