En la Argentina, año tras año, se van viendo en la televisión imágenes de sexo cada vez más explícitas. Desde el encuentro amoroso de los protagonistas de una tira multiplicado en cada corte comercial, independientemente del horario de protección familiar, hasta los avisos publicitarios que contienen imágenes eróticas y sexistas que reducen a la mujer a un objeto erótico y no a un sujeto completo. El efecto del erotismo es erotizar, es decir, despertar fantasías e imágenes eróticas, en varones y mujeres, con su correspondiente respuesta física: la excitación. En los más chicos, generalmente, se despiertan sentimientos de confusión, culpa, desorientación y curiosidad. En los más grandes, a veces, esa excitación se puede volcar en la autoestimulación o la actividad sexual con una pareja.

Pero la erotización de la televisión incita a la actividad sexual. En cambio, la educación sexual informa e, incluso, retrasa la edad de iniciación sexual de los adolescentes. Sin embargo, lamentablemente, la combinación de la falta de educación sexual, los padres que guardan silencio y la estimulación erótica son responsables de muchas de las consecuencias que hoy vemos: una iniciación sexual precoz presionada por estímulos y condicionamientos, 900.000 madres adolescentes en la Argentina y un notable incremento (40 por ciento) del número de internaciones por aborto inseguro en los hospitales públicos en los últimos cinco años, entre otras cosas.

Estas contradicciones muestran una sociedad autista que no ve que ella es el origen de la problemática adolescente: los padres tienen miedo de hablar con sus hijos sobre sexo, la escuela no tiene directivas claras sobre cuál es su rol en la educación sexual, el Ministerio de Educación mantiene un silencio absurdo y los chicos, en el medio, están abandonados a su propia suerte.

* Ginecóloga, trabaja en el Hospital Durand y es miembro del Comité de Desarrollo del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam).