Viernes, 10 de marzo de 2006 | Hoy
Me siento feminista”, afirma Olivier Bassuet, el vicepresidente de Ni Putas Ni Sumisas. Y cuenta que sus padres tienen mucho que ver con su posición. “La persona a la que considero mi verdadero padre es un tipo fuera de serie: contrariando a su familia –blanca y de orígenes franco-portugueses– se casó con mi mamá, una mujer negra que ya tenía tres hijos, todos de diferente padre, y que jamás se dejó amedrentar por un hombre”, relata Bassuet, que además de secundar a Fadela Amara en el movimiento de mujeres más popular de la actualidad, escribe para la revista Elle desde hace cuatro años.
Su punto de vista no es común en un país patriarcal como Francia, cuna de la ilustración y los derechos humanos, pero que “otorgó el voto a las mujeres décadas después que Filipinas o Turquía”, como indica Bassuet. En el 2000 el gobierno francés aprobó una ley sobre la paridad de sexos en el Parlamento, que estipula que tiene que haber un 50 por ciento de mujeres entre sus representantes. “Pero los partidos prefieren pagar una multa y entonces el porcentaje actual de las legisladoras es de apenas un siete por ciento”, señala. Tampoco se cumple una normativa que establece que en cada barrio de cada ciudad debe destinarse el 20 por ciento de su superficie a la construcción de viviendas para sectores de bajos ingresos. “En la práctica, ningún municipio obedece, y entonces tenemos los actuales guetos en los barrios periféricos, con un 40 por ciento de desempleo, altísimos niveles de deserción escolar y violencia extrema contra las mujeres”, afirma. El mismo caldo de cultivo que provocó los disturbios de noviembre pasado y que pusieron a Francia en estado de sitio durante 40 días.
A diferencia de Francia, donde impera el modelo de integración de extranjeros, en Estados Unidos e Inglaterra rige el comunitarismo, donde cada colectividad tiene derecho al respeto absoluto de sus creencias y costumbres, actuando como si estuviera en su país de origen y sin relacionarse con el resto. Según Bassuet, “Francia no puede aún digerir su pasado colonial en Argelia y el Caribe, pero su modelo de integración es la única protección contra el comunitarismo. No es casual que nuestro país no haya tenido actos de terrorismo como en Inglaterra y Estados Unidos”.
M. B. R.
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