Viernes, 11 de enero de 2008 | Hoy
EN PRIMERA PERSONA
El bolso está listo. No me voy a la playa, tampoco a pasar las fiestas a algún lejano lugar. Guardé en él algo nuevo (batitas), algo usado (un camisón), algo azul (una faja talle 2)... y hasta algo robado (pantuflas de hotel que una amiga capturó pensando en mi flamante maternidad). Lo que no quiero llevarme ni guardar ni nada son algunos de los comentarios que rebotaron en mi ombligo durante estos 9 meses en los que todo el mundo —menos yo— resultó ser un/a experto/a en concepción.
Lo que sucede es, me parece, que así como no nos dejan ejercer nuestros derechos sexuales sin embarazarnos de culpa, lo mismo pasa con los derechos reproductivos.
Ya estaba inmunizada ante la conocida frialdad del sistema de salud (a mi hijito lo llaman “feto”, a mí “paciente”, a la oxitocina “medicación”). Pero lo que nunca imaginé es que debería cuidarme un poco de las opiniones de quienes me aprecian; ¡me han dicho cosas que el derecho internacional humanitario bien definiría como actos de terrorismo! ¿Por qué mi comentario puede sonar exagerado y los que cito a continuación, no tanto? Si me hicieron llegar a pensar que gestar te volvía más sufrida que Paquita la del Barrio. Pero, finalmente, esto es lo que quiero compartir: que atravesé un embarazo y, como muchas, no he tenido hemorroides ni ataques de histeria ni nuevos y asquerosos lunares ni pérdida de libido (al contrario: el cuerpo de hembra se te abre y celebra), y eso que soy bastante hipocondríaca.
A continuación, mi top ten de comentarios inoportunos:
1. "¿Embarazada? Es hermoso, pero no descuides a tu pareja y preparate para la depresión posparto.” Compañero de trabajo de mi novio.
2. “¿Cómo vas a hacer con tu omnipotencia, ¡jajaja!?” Mi hermana.
3. “¿Ecografía transvaginal? Es peligrosa, una chica se la hizo y perdió al bebé.” Mi cuñada (la obstetra luego me explicó que se hacen siempre, que permiten ver mejor dónde anida el embrión).
4. “Te vas a brotar de acné, hasta en la espalda.” Una amiga (una dermatóloga luego me explicó que remotamente sucede si te dan vitaminas).
5. “Con cesárea te va a doler, mínimo, 3 semanas.” El futuro padre (que apenas si alguna vez fue al dentista).
6. “Te vamos a cuidar, gordita, por tu edad.” Médico clínico. “Doctor, ¡si tengo 35!”, aclaré. “Por eso: no es lo mismo que ser madre a los 20.”
7. “Hacete el estudio genético, conozco a una mujer que tuvo un hijo hermafrodita.” Un homeópata (y yo que me resistía a ver la película de Lucía Puenzo para no sugestionarme).
8. “Estás divina, no te deformaste: seguro vas a tener un varón.” Todo el mundo.
9. “Ese hijo es mío”, hombres que te cruzan por la calle.
10. “La retención de líquidos te hincha, estás sin aliento y mareada.” Dispara, entre otros apocalípticos síntomas, Kaz Cooke en su libro Embarazada. Se refiere a la semana de gestación que atravieso mientras escribo estas líneas, tomando mates (¡ninguna acidez!), a punto de pintarme las uñas de los pies y de encontrarme con una amiga. Porque ahora, entre tanto comentario sobre la desolación de la mujer puérpera, me despido de cada una ellas como quien está a punto de ir a vivir a otro país, o mejor dicho: de mudarse a otro planeta.
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