Es innegable que era necesario contar con esta ley y de la forma en que salió, porque era absurdo pensar que sólo es imprescindible la presencia de la madre con un hijo de hasta 4 años: hay miles de situaciones que se debían contemplar y sólo algunas se apuntaron. Pero a no quejarse, peor era la nada. Aun así estamos mal, pues se debe reglamentar.

Además la implementación del seguimiento es sumamente importante; hasta ahora no se dio idea alguna respecto del tema, y debido a mi humilde conocimiento, creo que no es difícil de implementar, pero debe haber voluntad política, y esto no es poco.

En realidad puede servir como plataforma política de cualquier partido, y creo que el mensaje es dar vuelta el discurso, a saber: la inseguridad es un hecho, pero ni más ni menos que en otras épocas. El problema es que cambió el contexto general, hay más madres solas a cargo de sus hijos, hay más adolescentes con hijos que no sólo se observan en las capas sociales bajas, sino que ahora están en las familias de cualquiera, y algunas necesitan tener un sustento. Hay más falta de hogares, pues cuando las parejas se forman, en general van a vivir con los padres. Por las razones detalladas y más, es que ocupándose de madres externadas de cárceles se puede bajar la tasa de reincidencia. ¿O alguien cree que es lindo entrar y salir de una prisión? A veces lo hacen porque es el único referente de vida que tienen.

Además, el fin no queda en lo inmediato, es eminentemente mediato, a largo plazo. Es para que no tenga que esperar la libertad un chico privado de ella y no esté pagando el delito de su madre. Siempre se habla de reinserción, rehabilitación, readaptación. Re-re-re. No hay para esos menores ningún re que valga. Deben aprender a hablar y a jugar en un ambiente acorde a la sociedad que queremos tener. Hay que insertarlos en una sociedad que no los quiso ver; que dejen de estar como cuando sus madres los parieron, dejando sus úteros foucaultianos.

* Abogada. Titular de la Asociación Civil Por la Vuelta Clara.