Viernes, 11 de octubre de 2013 | Hoy
No es fácil ser un joven artista. Cuando se trabaja siguiendo el arte de un maestro, antiguo o contemporáneo, el éxito acaso llegue pronto. Pero si se habla un idioma propio, una nueva lengua, que nadie entiende, a veces hay que esperar largo tiempo antes de encontrar un eco. Más difícil todavía si el artista es mujer. Comenzando por la apariencia exterior. La gente está acostumbrada a que los artistas lleven una vida como más les guste, y no se preocupa. Pero si la artista es mujer, todos la miran con la boca abierta. Con eso y mucho más hay que contar. Sí, incluso quiero decir que una mujer hasta tiene la obligación de demostrar con su propia vida que no considera válidos todos los tabúes con los cuales se sometió a su sexo durante miles de años.
La libertad no se regala, se conquista.
(Meret Oppenheim, 1975, en su discurso de agradecimiento al Premio de Arte de la ciudad de Basel.)
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