Vie 10.07.2015
las12

Diálogo en suspenso

› Por Mabel Campagnoli y María Alicia Gutiérrez *

Los sucesos de público conocimiento que desató la acción de los Miércoles de Placer organizada por el Area de Comunicación, Géneros y Sexualidades de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) han generado un intenso debate que promovió intercambios, apreciaciones y acaloradas definiciones en ámbitos diversos.

En primer lugar, los estudios sobre género y sexualidad se han desarrollado a lo largo de las últimas décadas en el mundo académico poniendo en interrogación las formas hegemónicas de la sexualidad y su implicancia como dimensión política. El posporno desnaturaliza las representaciones de lo sexual y pone en crisis la legitimidad de las instituciones productoras de sentido al respecto. Principal, pero no exclusivamente, la industria pornográfica. Si bien el monopolio de la misma está jaqueado por el desarrollo tecnológico de las redes sociales, es la constitución de tal hegemonía audiovisual la que contextualiza el surgimiento de prácticas disidentes en la década del 80, en manos de seres precarizados en sus condiciones de trabajo: prostitutas, actrices y actores del porno. Es decir, la génesis del posporno implica un agenciamiento de la práctica de la representación por parte de quienes eran habladas/os por la industria.

En segundo lugar, rescatar el interés primordial de las manifestaciones públicas del posporno y su forma performática para quebrar la dicotomía publico/privado y poner en evidencia los efectos silenciados de la circulación de los cuerpos en el espacio público. La práctica en la Facultad de Ciencias Sociales tiene su propia contextualización y se enmarca en una línea feminista que busca desnaturalizar tanto los géneros como las sexualidades. Esto implica una perspectiva radicalizada del lema “lo personal es político” donde lo novedoso no es el carácter político del sexo sino que sea resultado de un dispositivo de poder.

A partir de estos señalamientos, nos detenemos en la actividad. El encuentro empezaba con una performance en función de impactar un espacio común de la facultad para luego conversar sobre las reacciones personales y a partir de ellas reflexionar sobre los géneros y las sexualidades. Con este objetivo, la performance presentaba varias acciones en simultáneo. Una susurradora recitaba al oído (tubo mediante) poemas eróticos a personas del público que aceptaban el convite. Un activista sodomizaba un aparato de televisión. Una pareja mostraba prácticas BDSM. Otra pareja realizaba experiencias sonoras intravaginales que culminaron con una eyaculación femenina. En consecuencia, las producciones de la performance trabajaban especialmente la dimensión audiovisual como elemento de sensibilización para propiciar el pensamiento y el debate.

Ahora bien, desde el punto de vista descriptivo de la asignación sexual, la pareja sobre la mesa estaba integrada por mujeres. Este señalamiento viene a cuento de las reacciones tanto en el propio ámbito como en los medios masivos. La denuncia de una agrupación estudiantil afirma que su mesa se manchó con semen (sic). Los medios interpretan que la performance consistió en una penetración vaginal con un micrófono. Es decir, desde intereses tan disímiles se “ve” lo mismo: si hay una representación sexual, hay coito. En todo caso, el micrófono sólo señala la falta de varón e intenta corregirla.

Es decir, a partir de producciones disidentes de la normalidad héterosexual coitocéntrica se activa un operativo catalogador de naturalezas: he aquí el dispositivo de sexualidad. A nivel teórico esta cuestión habita profusamente las aulas de la facultad. Por eso mismo quienes hacemos docencia e investigación desde este contexto conceptual podemos llegar a creer que el dispositivo está desactivado, es viejo, perimió. Sin embargo, la performance alcanzó su eficacia al poner en evidencia cuán activo está. Mucho se dijo sobre la violencia que implicó la puesta performática y es sobre este argumento que nos interesa plantear algunas cuestiones. En especial, a un mes de la concentración “Ni una menos” que habilitó una circulación de terminología específica sobre las violencias contra las mujeres y abrió el juego a una mayor sensibilización en tal sentido. Sin embargo, tales vocablos aparecen a la mano ni bien se intenta desacomodar alguna instancia pretendidamente “natural”.

En búsqueda de respuesta resulta ilustrativo seguir la línea de las propias reacciones ante el evento que tienen principalmente dos matices. Por un lado, quienes consideran vejatorio el hecho de que situaciones del ámbito de la intimidad impregnen lo público y por lo tanto no toleran la acción en sí. Por otro lado, quienes anuncian no escandalizarse por su contenido pero lo estiman démodé, una práctica hippie, trasnochada. A pesar de la diferencia de tonalidad, ambas perspectivas convergen en etiquetar a las/los artivistas y las organizadoras del evento: delincuentes, enfermas, pecadoras, infantiles. Taxonomía que instaura certezas con el dedo etiquetador: ustedes “son”, esto “es” o “no es” revolucionario, sucio, digno, justo, político, revulsivo, crítico...

En consecuencia, una performance que busca hacer visible cuánto de naturalizado hay en la sexualidad héteronormativa que reproducen cotidiana y enfáticamente los medios masivos, para reflexionar sobre las violencias político-subjetivas que conlleva, es acusada de promover esa misma violencia que pretende señalar. ¿Cómo no quedar atrapad*s?

Una posibilidad es aceptar el diálogo y permitirse la escucha de quienes, en este caso, han protagonizado el evento. Sin embargo, sectores de lo más diversos se atribuyen la autoridad de saber con certeza qué ocurrió y cuál es su sentido. Por lo tanto, hablan en la línea que activa el dispositivo y queda obturada la posibilidad de otros decires. Abramos el decir como eco del actuar, para que otros placeres resulten tan posibles como visibles, para que la trampa no entrampe. Sea esta una invitación a dialogar.

* Docentes e investigadoras de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Integrantes del Area Comunicación, Géneros y Sexualidades

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