FúTBOL › BOCA SE DESPIDIO DEL CAMPEONATO Y BRINDISI SE DESPIDIO DE BOCA
La Gata mandó a River a los tejados
River tenía guardados los goles en el banco: Fernández y Cuevas, reemplazantes de Salas
y López, definieron un superclásico que fue
muy malo en el primer tiempo y un poco más intenso en el segundo. El primer gol llegó en el mejor momento de Boca, pero después Brindisi intentó cambios desesperados y el equipo se expuso a la contra de su rival, que terminó justificando la victoria. River quedó a sólo
dos puntos del líder, Estudiantes.
Por Juan José Panno
Después de perder sucesivamente con Almagro, Lanús y San Lorenzo, después de algunas actuaciones lamentables que hicieron que muchos lo dieran por muerto, River le ganó a Boca, demostró que tiene siete vidas y se metió nuevamente en los tejados del campeonato. La clave del partido hay que buscarla por el lado de Gastón Fernández, autor de un gol, copartícipe del otro y protagonista de las llegadas más profundas de su equipo. Lo curioso es que la Gata, el mejor jugador de la cancha, empezó mirando el partido desde el banco porque el entrenador de River había preferido liebre por gato, aunque se sabe que Salas ya no tiene la velocidad de antes y está más cerca de la jubilación que del privilegio de la Primera de River. Curioso también porque el primer gol, el que definió el partido, en realidad, se produjo en circunstancias en que River se defendía como gato entre la leña, y curioso, por último, porque ese gol llegó medio de carambola, después de un rebote que desacomodó a muchos y especialmente al Pato Abbondanzieri, que ya estaba medio desubicado por la propia.
Una síntesis salvaje que le caería bien a cualquier boquense podría ser ésta: River ganó con un gol de casualidad hecho por un jugador que entró de casualidad por la lesión de un compañero. Pero sería bueno que al hincha de Boca no se lo engatuse con análisis parciales: más allá de todo, River justificó ampliamente su victoria en los 35 minutos que mediaron entre el primer y el segundo gol, o el primer gol y el final del juego, que viene a ser casi lo mismo. A gatas los jugadores de Boca se salvaron de la silbatina; es más: hasta se llevaron algún aplauso que premió la voluntad, pero de ninguna manera el juego. River estuvo lejos de jugar un partidazo, pero en el balance de los noventa minutos marcó diferencias con la simple fórmula de poner la pelota contra el piso, levantar la cabeza de vez en cuando y no equivocarse en los millones de centros a la cabeza de Palermo que intentó su rival como exclusiva fórmula. El promedio de edad del equipo que Boca puso en la cancha es de 26,5. Y más aún: en gran parte del segundo tiempo se juntaron en la cancha ocho jugadores por encima de los 30 años: Abbondanzieri, Schiavi, Traverso, Guglielminpietro, Cascini, Palermo, Cagna y Guillermo Barros Schelotto. El dato tal vez ayude a comprender un poco más la realidad que acompañó la gestión de Brindisi. Es verdad que con pibes no se ganan campeonatos, pero con grandes cansados, que ni siquiera tuvieron una buena pretemporada, se pierde demasiado seguido.
El promedio de edad de River es un poco inferior: 23 años. Algunos de sus jugadores más jóvenes fueron los que más hicieron por la victoria: la Gata Fernández y Mareque, por ejemplo, jugaron mucho mejor que Gallardo y Salas. River ganó por más dinámico, pero también porque mostró algunas variantes más que un rival repetido hasta el aburrimiento.
River, como corresponde, festejará con champagne esta victoria que lo coloca en las gateras de la carrera por el campeonato. Algunos hinchas de Boca, que simplifican todo al punto de suponer que el causante de todos los males es Miguel Angel Brindisi, festejaron su renuncia con gatorei. No pueden celebrar ninguna otra cosa.