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Lunes, 29 de mayo de 2006

FúTBOL › EXTRAÑO TRAFICO ENTRE EL CLUB E INDEPENDIENTE

Barrionuevo ya no preside Chacarita, pero no se priva de hacer buenos negocios

Futbolistas adolescentes del semillero de San Martín aparecen entrenándose en Avellaneda, el club que dirige Julio Comparada. Otros jugadores quedaron libres con la firma del gastronómico y reaparecieron en clubes del exterior.

 Por Gustavo Veiga

Cuando aguijoneó a la audiencia con aquella célebre frase “en la Argentina no se hace plata trabajando”, nunca más, después, aclaró si esa máxima alcanzaba al fútbol. Luis Barrionuevo, por añadidura, cuando era presidente de Chacarita se sintió liberado. Y con el tiempo comenzó a sembrar para poder cosechar hoy. O para que recogiera los frutos su verdadero amor, Independiente, el club donde no detenta cargo alguno, pero se hace sentir. La bestia negra de la democracia, como lo llamó en su libro El macho el periodista Daniel Olivera, se dedicó a juntar unos pesos como él había sugerido: sin trabajar. Y encontró en el semillero del club que gobernó hasta julio del 2005 –y en su plantel profesional también– la fórmula para multiplicar las ganancias. Así se llevó de San Martín para Avellaneda a un chico de 14 años que ya comparan con Sergio Agüero y se quedó con porcentajes de los pases de dos profesionales, Víctor Figueroa y Gustavo Colman, quienes acaban de ser transferidos al GBA, un club belga de Primera.

La corrosión avanza y se devora todo. En el fútbol se traga semilleros, juveniles campeones, profesionales no tan juveniles, y hasta un pibe de quien dicen la palabra mágica: crack. Hoy lo sufre Chacarita a expensas de Independiente, como en el pasado era Argentinos Juniors por obra de Boca. El pez grande se come al chico y el gastronómico se siente como un tiburón con los dirigentes que lo desbancaron a mediados del año pasado de su feudo futbolístico.

En el club de San Martín no quedan vestigios de varios juveniles que integraron la novena división campeona en el 2004. El primer título del fútbol amateur en 25 años lo habían conseguido esos pibes. Los cuatro mejores cambiaron de equipo en condición de libres: Blandi, quien en el 2005 fue el máximo goleador de todas las inferiores de la AFA, pasó a Boca; Traficante y Plin a San Lorenzo, y Coronel a Estudiantes de La Plata. Nadie todavía sabe bien por qué en los registros de Chacarita no hay un solo dato que explique cómo obtuvieron su pase. O sí: responsabilizan a Barrionuevo, porque esas bajas salieron con su firma. Y no para jugar en Colegiales o Justo José de Urquiza, como debería haber sido cuando a un chico del equipo de San Martín lo dejan libre.

La novena campeona no volvió a ser la misma en los años siguientes, ni en octava, ni en séptima. Como si eso fuera poco, hubo peores constataciones. Se descubrió que otros valores de las divisiones menores están ahora en clubes italianos, como el Perugia y el Pescara, o uno mexicano, Necaxa. Los directivos de Chacarita ya hicieron el reclamo sobre los derechos de formación que le corresponden a la institución y se convencieron de que aquella práctica era habitual durante la gestión de Barrionuevo.

Di Pietro, así se llama el catamarqueño que un día deslumbró a los técnicos de las inferiores en un amistoso, terminó en el Pescara porque Chacarita lo dejó libre. Un trago amargo del que resulta difícil comprobar la fórmula. En San Martín lo saben y, en parte, se sienten atados de pies y manos. Pero hay más.

El nuevo Agüero –así lo comparan con el futbolista de Independiente– se llama Emiliano Panizza, nació en 1992 y juega de enganche. El chico, de repente, dejó de ir a entrenarse un lunes y, ese mismo día, un abogado llamó al club de parte del sindicalista para tratar las condiciones de su cesión. El argumento que utilizó fue que Barrionuevo le aportaba dinero a la familia del crack desde hacía un año y que Chacarita nunca lo había fichado. Líbero averiguó que el gremialista de la CGT le pagaba al padre 1500 pesos por mes y a la madre le habría conseguido un trabajo en la obra social del sindicato gastronómico.

La historia terminó así: Panizza juega en Independiente y el club formador obtuvo 25 mil dólares, un convenio de cesión y el porcentaje de una futura venta si al pibe algún día lo colocan en el exterior. Nada de esto había conseguido Chacarita con Blandi, Plin, Traficante y Coronel. Algunos de los integrantes de la Comisión Directiva sospechan que en Avellaneda siempre tuvieron buenos datos sobre su propio semillero. Y le apuntan a Enrique Ezequiel Borrelli, un ex volante ofensivo de Chacarita que era coordinador de su fútbol amateur y desde agosto del 2005 se mudó a Independiente para dirigir a las divisiones 5ª y 6ª.

Como fuere, el técnico también tiene quien lo defienda. Cuentan que cuando otro juvenil, un delantero de la clase ’89 que responde al apellido de Giusepponi, apareció en una práctica en Avellaneda, lo mandó de nuevo a Chacarita, sospechando en qué condiciones había llegado. El ingenio desplegado para conseguir el pase libre hasta provocó que otro joven, Lucas Fernández, fuera a Independiente bajo el argumento de que era amigo de Agüero y que éste lo quería tener cerca. Ya no será posible: se descuenta que la venta del Kun al Atlético Madrid está concretada.

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Imagen: BERNARDINO AVILA
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