Desde Rosario

No luce la coordinación colectiva de Lanús, ni los apellidos de Boca. Lo que Tigre tiene para ofrecer son jugadores con una corrección táctica que llega al detalle, el sueño de darle al club el primer título a sus vitrinas (en esto nadie lo iguala), a Martín Morel y a Carlos Luna como figuras, y un triunfo, como el de ayer, que fortalece cualquier ilusión: jugó sin margen para el error, se equivocó y lo corrigió. Los de Victoria perdían por dos goles ante Central y lo dieron vuelta, con un poco del talento de Carlos Luna y la vuelta a los grandes gritos de un goleador en devaluación: Leandro Lázzaro.

Para poder preguntar lo que pasaba con Boca, Tigre debía hacer su parte: ganar. Y por cómo se inició el partido, parecía que hablar sobre el equipo de Carlos Ischia iba a ser tabú. Es que a los 4 minutos Caraglio sacó un cabezazo, tras preciso centro de Ezequiel González.

En verdad aún no se habían dibujado los primeros trazos del partido y ya había un ganador. Tigre sintió el golpe y llegó a enloquecer. Pues en su afán de llegar a Broun, Central se encontró con una última línea rival parada cerca del mediocampo, a lo que Caraglio aprovechó sacando un pase profundo para González, quien fue al trote hacia Islas y, tras correr 40 metros sin marca, tocó suave al primer palo para señalar el segundo.

De los cuatro candidatos al título, Tigre es el equipo con menos trascendencia goleadora. Por entonces estaba obligado a tres goles para luego interiorizarse de la suerte boquense, y no había que depositar muchas responsabilidades en Morel, pues corría a paso cambiado y tomaba poca participación en el juego. De todo ello se hizo cargo Carlos Luna. El habilidoso delantero no falló nunca. Lo tuvo cara a cara ante Broun tras asistencia de Castaño, y descontó con remate cruzado. Y lo tuvo tras capturar un rebote en el palo (cabezazo de Castaño tras tiro de esquina), y definió de volea.

El empate llegó antes del final del primer tiempo, cuando se vio a un Central ciclotímico: dominó en los primeros 25 minutos, espacio donde no hizo una sola infracción, y lo sufrió en el resto, donde cometió siete faltas. Alfaro hizo jugar a Broun a pesar de sufrir en la semana una fisura en el dedo menor del pie derecho. La lesión lo condicionó, al extremo de dudar en todas sus intervenciones. Tomaron nota los de Victoria, que empezaron a llenar de centros el área canalla, recurso que tenía explicación, pero que además llevaba implícitas ciertas carencias creativas. No apareció ninguna invención de Morel, y con Castaño y Luna siendo lo mejor de la cancha no era suficiente.

La aspiración de Tigre mantenía a sus jugadores sin renunciamientos en ninguna acción. Central, en cambio, empezó a cansarse. Caraglio pidió el cambio, Valentini se acalambró, Zarif y Paglialunga dejaron de correr, y entonces llegó lo soñado por Tigre: la bajó Lázzaro de cabeza, Altobelli pisó el área con pelota al pie y sin marca, se la devolvió al delantero estrella del pasado Apertura devenido en silencioso suplente, quien con tiempo para dominar y girar le dio a Tigre el gol del triunfo y, sin saber, la punta. Es que cuando preguntaron en Arroyito cómo le fue a Boca, los de Victoria entendieron que habían obtenido, por ahora, el triunfo más importante del torneo. Y de protagonizar la noticia de la fecha: Tigre es puntero.

Estadio: Central.

Arbitro: Gustavo Bassi.

Goles: 4m, Caraglio (C); 11m, E. González (C); 29m y 41m Luna (T); 80m, Lázzaro (T).

Cambios: 71m, Zelaya por Caraglio (C), Danelón por Núñez (C) y Lázzaro por Morel (T); 79m, Blanco por Blengio (T); 81m, Vizcarra por Bogino (C) y Leyes por Altobelli (T).