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Que el domingo cueste lo que cueste/ que el domingo tenemos que ganar”, empezó a cantar la hinchada de Boca en el mismo momento en que Elizondo pitó el final, sin dejar ni el más mínimo margen para el festejo por la victoria ante Talleres, ni mucho menos para analizar las posibilidades reales de un cuadro discretito que viene ganando mucho y jugando poco. Antes de que los hinchas comenzaran a bajar las escaleras, las portátiles trajeron una buena noticia para ellos: gol de Banfield. Y en el camino, de regreso a casa, les llegó el mejor regalo del domingo: el segundo gol que selló la victoria banfileña. Ganó Boca, perdió Independiente, la distancia se redujo a 3 puntos y la posibilidad de salir campeón dejó de ser una quimera para los dirigidos por Tabárez. ¿Qué más se puede pedir? Si es por mangar, cualquier hincha de Boca podría mangar que el equipo juegue mejor, que no haga sufrir tanto, que no se caiga en los segundos tiempos como le pasó con Arsenal y con Talleres, y que gane con un poco más de luz, pero ya se sabe que eso sería pedirle demasiado a una banda que hace muy poquito parecía condenada a la desarticulación con el técnico a la cabeza. Demasiado hicieron en los últimos tiempos.
Boca logró ayer su quinta victoria consecutiva (Chacarita, River, Huracán, Arsenal y Talleres) y metió una vez más en el podio al Chelo Delgado, que volvió a ser figura, dejando una nueva marca en la red en una racha espectacular (2 goles a River, 1 a Huracán, 1 a Arsenal y 1 a Talleres). Esta vez no fueron tres dedos, ni tiro libre: esta vez Delgado sorprendió con un toquecito forzado, de zurda, contra un palo, después de bajar con el pecho un excelente pase de Guillermo Barros Schelotto y acomodar convenientemente el cuerpo. Fue un golazo que se produjo a los 10 minutos, en el mejor momento de Boca, que ya antes de esa había tenido un par de situaciones favorables y que hasta el final del primer tiempo dispuso de tres o cuatro más como para liquidar el juego. El cuadro de Tabárez tuvo dos caras: fue sólido, movedizo, audaz e incisivo en la primera etapa, y dubitativo, lento y frágil en el segundo. Pudo meter tres o cuatro goles en ese primer capítulo y terminó tragando saliva porque sobre la hora el petisito González casi lo emboca.
Lesionado Battaglia, Tabárez paró al equipo con Burdisso, Schiavi y Crosa en el fondo, con Ibarra y Clemente como carrileros, con Donnet y Cascini repartiéndose el medio, Guillermo y Tevez bien abiertos y Delgado haciendo de Patoruzú del medio hacia adelante. A los 9 minutos, el Chelo, que es el mejor jugador de Boca en este campeonato y ni siquiera tiene número de titular porque juega con el 16, avisó apilando a tres rivales y metiendo un disparo bajo que atajó Islas y un minuto después marcó el gol decisivo. El pase del gol fue lo mejor (¿o habría que decir lo único?) que hizo bien Barros Schelotto, quien encabezó la hilera de borrados en los malos momentos. En el período inicial, Talleres dejó una sola señal de vida: tiro libre de La Paglia en el travesaño y se arrimó poquito, pero en el complemento, cuando Ibarra se hizo echar tontamente y Boca entró en una zona gris, se agrandó de a poco ajustó las marcas y con las rabonas de Bustos y las diabluras de González casi le amarga la tarde a Boca. Como sea, en el balance de los 90 minutos queda claro que fue justa y merecida la victoria de Boca. Si juega como lo hizo en el primer tiempo (bien Tevez, que amenaza con volver a su mejor nivel; firme Cascini; eficiente Donnet, que metió un tiro en un palo), podrá complicarlo a Independiente; pero si juega como en el segundo tiempo...