Que el Monumental haya terminado ovacionando a Juan Pablo Carrizo por su tapada mano a mano al paraguayo Bareiro en el último de los cuatro minutos de descuento, da la pauta de como jugó River y de lo que tuvo que sufrir para ganarle por 1 a 0 al modesto Olimpo bahiense. El arquero se convirtió en el héroe de la victoria porque, en el momento preciso, dio un par de pasos hacia adelante, arriesgó su físico y le quitó al delantero guaraní un gol que hubiera transformado el estadio en un témpano.

River sumó de a tres, otra vez como local. Logró siete de los últimos nueve puntos que jugó. Y saldrá de la zona de Promoción si hoy Huracán pierde con Lanús. Desde los números, el domingo cerró con insuperable ganancia para Juan José López y los suyos. Sólo desde los números. Después hubo poco y nada para elogiar. River hizo 45 minutos sólo aceptables (los iniciales) y 45 minutos decepcionantes, sin juego, sin llegadas, ni relieve individual y grupal (los finales). En el balance, acaso haya algo de luz para justificar el triunfo porque, en el primer tiempo, la soltura de Acevedo en el medio, los desenganches del tucumano Pereyra por la izquierda y la movilidad de Ortega por todo el frente de ataque, en combinación con el retraso exagerado de los volantes de Olimpo y su escasa presión, le permitieron esbozar trazos de un fútbol que se demora demasiado en asomar.

A los 31 minutos de ese primer tiempo, el paraguayo Román le puso la cabeza a un corner que Lamela lanzó desde la derecha y enderezó a River hacia un triunfo que pudo haber crecido más. Tres minutos más tarde y en la misma jugada, Tombolini le sacó un derechazo a Almeyda, y Acevedo estrelló un tiro en palo con el arquero en el piso y casi vencido.

Lo peor vino luego. River empezó a languidecer y a maldecir el no haber definido el resultado cuando mejor le salieron las cosas. Acevedo abusó de los pelotazos, Pereyra ya no fue tanto y tan bien por su banda, Ortega se apagó cuando más se lo estaba necesitando y Pavone siguió desajustado para definir. Además, Olimpo se sacudió la tibieza. Dieron resultado un par de movidas que el técnico Omar De Felippe ensayó desde afuera (lo expulsaron junto con J.J. por demorar el reingreso en el segundo tiempo). Y con eso bastó y sobró como para complicarle la existencia a River.

Entró Rolle por el uruguayo Brum para arrimarle más juego a Salom y Furch, los dos delanteros hasta allí bastante desamparados. Casais, de lateral derecho, se reconvirtió en volante por ese sector y entre esas alzas y las bajas generalizadas de River, el partido se tornó más parejo e imprevisible. Pero las luces de alarma se encendieron cuando entraron Bareiro y Delorte para reforzar un ataque desfalleciente.

En esos últimos quince minutos cayeron en el área millonaria todos los pelotazos que no habían caído antes. Aparecieron dudas impensadas a la hora de defender. Y Olimpo entrevió como nunca antes que el empate había dejado de ser una quimera. Lo tuvo Bareiro, y Carrizo se ganó la ovación de la noche y le aseguró a River tres puntos que, de otra manera, acaso no hubiera podido celebrar.

Estadio: River.

Arbitro: Sergio Pezzotta.

Gol: 31m, Román (R).

Cambios: 45m, Rolle (4) por Brum (O); 71m, Buonanotte por Lamela (R); 74m, Bareiro por Salom (O); 76m, Funes Mori por Ortega (R) y Delorte por Furch (O); 85m, Cirigliano por Almeyda (R).