A pesar de los más de 1200 efectivos policiales afectados al operativo de seguridad, la violencia volvió a ganar terreno en el Superclásico del fútbol argentino, arrojando un saldo de 25 personas heridas, entre policías, seguridad privada del club de Núñez, hinchas y hasta periodistas. Tras el encuentro, algunos medios anunciaron la muerte de dos trabajadores de la seguridad de River, que fueron desmentidas por el director del SAME, Alberto Crescenti, quien sólo confirmó la cifra de heridos que fueron trasladados y atendidos en el Hospital Pirovano, entre ellos, un joven que sufrió un paro cardiorrespiratorio y que pudo ser reanimado.

Antes del inicio del partido se generó un choque entre hinchas de ambos clubes sobre la Avenida del Libertador; hubo pedradas y corridas, pero al llegar la policía al lugar dispersó a los revoltosos con gases lacrimógenos. También se registraron discusiones aisladas entre hinchas de ambos clubes en las cercanías del Monumental. Durante el desarrollo del partido, en la tribuna visitante, barrabravas de Boca atacaron a golpes a siete efectivos de la seguridad privada del club. La violenta golpiza dejó dos heridos graves, pero no dos muertos, como por la tarde anunciaron algunos medios de comunicación. La violencia también dijo presente en la zona de prensa tras el agónico gol de Erviti, cuando los enviados de Radio Cooperativa relataban la jugada y cantaban el gol. Un grupito de hinchas de River accedió hasta la zona de prensa para golpear al relator Gonzalo Palacios y al comentarista Gerardo Piorno. El incidente no pasó a mayores por la rápida intervención de otras personas, incluyendo dos policías de la Federal, que estaban en la zona. En la caravana con que los hinchas de Boca acompañaron al equipo hacia el Monumental, la policía le secuestró a la barra brava de Boca, La Doce, dos coronas fúnebres que iban a ser exhibidas en la tribuna visitante.