FúTBOL › EL EQUIPO EMPATO 0 A 0 CON ARSENAL, PERO EL CLUB HACE AGUA POR TODOS LADOS
Huracán se está yendo a la quiebra
El panorama en Parque Patricios es de tierra arrasada, con un concurso de acreedores impago y variados pedidos de quiebra, mientras se ventilan irregularidades en las ventas de Montenegro y Lucho González y aparece cada vez más cuestionada la figura del presidente Marcelo Buenaga. En el plano futbolístico, un empate como visitante ante Arsenal en Lanús debe tomarse como un resultado positivo.
Por Gustavo Veiga
Huracán es el producto de demasiadas capas geológicas de adversidad y desaliento. Como en la quema, donde sentó raíces, a su alrededor han sedimentado algunos de los males que agobian a los argentinos. La postergación encarnada en su tradicional barrio de Parque Patricios, el abandono enseñoreado en su estadio descascarado y sin mantenimiento, la sospecha de deshonestidad personificada en sus sucesivas comisiones directivas y el declive pronunciado de su fútbol expresado en un equipo que podría descender por tercera vez en sus últimos 17 años de historia (las anteriores fueron en 1986 y 1999). El club, como Buenos Aires, tuvo dos fundaciones. Aunque hoy muchos hablan con cierta osadía de refundarlo cuando en rigor lo fundieron. El problema clave es que un juez del fuero comercial tiene en su despacho varios pedidos de quiebra notificados y la amenaza de un desenlace similar al que sufrió Racing en marzo del ‘99 cada día se torna más tangible. El cierre, la disolución y hasta un posterior gerenciamiento pregonado por los arribistas del libre mercado, son los posibles efectos de la crisis que más inquietan. Todas estas imágenes se suceden cuando la Comisión Directiva que encabeza Marcelo Buenaga se fagocitó en un año y medio la credibilidad que le otorgaron los socios -había ganado las elecciones el 23 de septiembre de 2001– y un integrante del comité de acreedores acaba de denunciar maniobras que rozan el delito. Pagos de comisiones sin recibos y la utilización de testaferros en operaciones presuntamente dolosas, son apenas dos botones de muestra.
Miguel Angel Grassano es un ex miembro de la comisión de fútbol que en la actividad privada incursionó en el mercado de la carne. En Huracán hay quienes dan crédito a sus recientes imputaciones y aquellos que recuerdan con malestar cómo avaló desde el comité de acreedores cada uno de los pasos del proceso concursal. Su denuncia consta de diecinueve carillas y fue presentada ante el juez Raúl Taillade, el mismo que el pasado 27 de marzo convocó a las autoridades del club y a quienes pretenden cobrar sus créditos a una audiencia para que limaran asperezas.
En su presentación, Grassano sostiene que el club realizó pagos sin justificación, no registró ni ingresos ni egresos en su contabilidad, abonó deudas y cedió derechos por afuera del concurso y firmó pagarés a testaferros. El denunciante acusa a los dirigentes más importantes, encabezados por Buenaga, de “claro fraude, defraudación y estafa, amén de adulteración de los libros contables...” en la transferencia de Luis “Lucho” González a River. Se basa en que el dinero cobrado por el 35 por ciento del pase no figura ingresado en su totalidad a Huracán. El comprador desembolsó 450 mil pesos casi al contado y aceptó extender nueve pagarés con vencimientos entre octubre del año pasado y junio próximo. Pero como el vendedor descontó los documentos antes, tuvo que abonar demasiado en concepto de intereses.
Grassano también ventila irregularidades en la venta de Daniel Montenegro –dice que a Huracán lo pasaron en 100 mil dólares– y en el pase libre de Sebastián Morquio. En ambos casos ofreció pruebas documentales y solicitó distintas pericias contables. En el punto F de su denuncia, compromete al actual tesorero, Rubén Galazzo, a quien acusa de usar a un joven testaferro (Cristian Lombardo) para percibir una deuda inventada de 300 mil pesos. Grassano le informa al juez que “puede afirmar clara y concretamente que dicho importe no ha sido percibido por el señor Lombardo sino por una sociedad perteneciente al tesorero Rubén Galazzo, conforme me fuera informado por el propio Banco Ciudad de Buenos Aires”.
Tampoco ahorra críticas hacia la AFA. Afirma que siempre se avino a las peticiones de Huracán por lo que define a su actuación como “paupérrima” ya que, según el acreedor-denunciante, convalidó “con ojos cerrados el hacer y deshacer de los directivos, sin pedir explicación alguna, y presentando informes que no reflejan la realidad”. Grassano va más lejos cuando argumenta que el club concursado le cedió a la AFA derechos televisivos por “u$s 150 mil” (en realidad son pesos) que debería recibirde Torneos y Competencias, y por eso deduce que se perjudica a los restantes acreedores. “Es decir que la AFA ve privilegiada su postura, pudiendo incluso llegar a percibir su crédito en forma adelantada a las cuotas concordatarias, mientras que el resto de los acreedores aguardan cuotas vencidas e impagas a la fecha.” Por estos motivos, solicita que la AFA no integre más el comité de acreedores.
A río revuelto...
Pese al panorama de tierra arrasada que presenta Huracán, con el concurso impago y que asciende a casi 8 millones de pesos –sólo se abonó el 30 por ciento de la primera cuota–, una deuda post-concursal que supera los 15 millones y pedidos de quiebra que ya se cuentan por decenas, hay quienes desean volver a gobernar, haciendo abstracción del pasado. También abundan quienes pretenden volcar en Huracán su experiencia en el ámbito privado como vendedores de bienes raíces. Son los casos de Guillermo Guariniello y un tal Quintanar Baquero. Entre todos ellos emerge Juan José Zanola, el gremialista bancario que presidió al club desde su sindicato, aunque inyectándole considerables sumas de dinero que han sido sometidas al concurso bajo la pantalla de una empresa que se denomina High Master SA.
Cuenta un ex vicepresidente que incursionó en la política con suerte diversa: “Si quisiera, Zanola gana cualquier elección porque no se aprovechó del club”. Y hay quienes sostienen todo lo contrario. No obstante, la realidad indica que el líder de la bancaria continúa representado en el comité de acreedores por el doctor Osvaldo Enrique Ferrero, un abogado de perfil bajo que no coincide con las posiciones que adopta Grassano.
Mientras tanto, Buenaga, quien cierta vez atribuyó la decadencia de Huracán a que “representa la zona pobre de la ciudad”, observa entre titubeos y explicaciones poco sólidas (no quedó bien parado en una larga entrevista televisiva que le realizó el periodista Alfredo Simón el último jueves en TyC Sports) cómo se va horadando cada vez más su menguado poder. Las demostraciones en su contra han ido desde pedidos de renuncia y banderazos hasta repudiables amenazas de muerte. El mandato del actual presidente concluye el año próximo y la inhabilitación de su ex gerente, el cuestionado Jorge Batet (cobraba 3.674 pesos de sueldo), finaliza mucho antes: el 30 de este mes. Sin embargo, este último ya sabe lo que le esperaría si insiste con retornar. La movilización que realizó un puñado de socios e hinchas a fines del 2002 levantaba las consignas “no a la quiebra, no al descenso, no a la falta de transparencia, no a la corrupción dirigencial, no a la vuelta de Jorge Batet y no al gerenciamiento”. Pese a estos mensajes, en Huracán hay quienes creen que reciclarse es posible. Deberían saber que también pueden chamuscarse como ciertos desechos que terminan en la quema.
¿Qué Huracán? Huracán
Julián Centeya, un desaparecido compositor de tangos, escribió unos versos que dicen: “...Qué Huracán, Huracán: aquel de Tucho/ del Turco Simes, de Salvini, Unzué/ Me queda este consuelo de encender el pucho del recuerdo/ que me habla de aquel cuadro que fue...”. Son demasiados los años de frustraciones deportivas, y ni siquiera la evocación más cercana de aquel equipo de los sueños que ganó el único campeonato de la historia en el profesionalismo, el de Miguel Brindisi, Carlos Babington y René Houseman en 1973, puede moderar la desazón del hincha de Huracán. Se van a cumplir treinta años de aquel título y la situación del club es muy mala, aunque podría ser peor.
Entre los pedidos de quiebra que el juez debe responder, están los de Futbolistas Argentinos Agremiados por deudas concursales con ex jugadores del club (16 mil pesos) y Osvaldo González (232.934 pesos), entre otros. Resulta un disparate que si se verificaron los créditos del concurso en1998 y había por entonces una deuda que apenas superaba los 8 millones de dólares (luego pesificada), ésta casi no haya tenido modificaciones cuando a la institución ingresaron unos 35 millones desde aquella fecha. Transferencias de futbolistas, derechos de televisión, sponsors y otros recursos menores contemplan esa suma millonaria.
Ese desaguisado no ha sido gratuito. Buenaga y quienes lo acompañan en la conducción fueron denunciados penalmente y no pudieron aprobar el balance que resultó rechazado tanto por la asamblea como por la junta fiscalizadora. La misma asamblea que debe votar la revocatoria de los actuales mandatos.
En Huracán se dilapidaron fondos de origen diverso, se abonaron sumas desproporcionadas por el uso de varios teléfonos celulares y honorarios profesionales excesivos, mientras el plantel profesional se vaciaba de sus mejores talentos (Daniel Montenegro, Gastón Casas, Sixto Peralta, Andrés Silvera y Luis González). Hoy, además de la AFA, High Master y Grassano, que integran el comité de acreedores y manejan sus tiempos, existen otros propietarios de créditos verificados que esperan por sus solicitudes de quiebra. Nadie en el club desea oír la maldita palabra, pese a que a menudo repiquetea. Es el vocablo que, por culpa de unos cuantos irresponsables, define una práctica deportiva muy extendida en el ambiente del fútbol durante los últimos años. Racing –el caso más emblemático–, Newell’s, Belgrano, Deportivo Español, Atlanta, Temperley y Talleres pueden dar fe.
En Parque Patricios no quieren sumarse a esa lista negra, aunque ciertos episodios podrían conducir, más temprano que tarde, hacia ella. Dependerá de un juez, de un puñado de dirigentes que perdieron el consenso hace tiempo y de la paciencia de los acreedores que han recibido migajas.