AUTOMOVILISMO Y MOTORES › F-1: HABIA GANADO FISICHELLA, GANO RAIKKONEN
Insólita carrera
El italiano había superado al finlandés en la pista, pero el tremendo accidente de Fernando Alonso paró la carrera cumplidas 55 de las 71 vueltas y entonces valió la clasificación del giro anterior.
Por Pablo Vignone
La verdad? Ya no importa si es la lluvia o el nuevo reglamento lo que produce estas insólitas carreras de Fórmula 1: lo importante es que la revolución se está produciendo, aun si ha servido sólo para cambiar una hegemonía por otra. Porque Ferrari ya no gana más, pero McLaren se ha quedado con los tres Grand Prix de la extravagante temporada 2003. Lástima que, incluso con el brío refrescante que significa el liderazgo incuestionable de Kimi Raikkonen en el Mundial para la máxima expresión del automovilismo mundial con esta revolución, la F-1 tenga que sufrir decisiones tan reglamentarias como antipáticas: el Grand Prix de Brasil lo había ganado Giancarlo Fisichella, tanto en el bañado asfaltado de Interlagos como en el corazón de los auténticos fanáticos.
¿La verdad? Habría sido espectacular que Rubens Barrichello mantuviera la tradición, esa que muestra que, en cada año terminado en tres, un brasileño gana el GP de Brasil, como hicieron Emerson Fittipaldi en 1973, Nelson Piquet en 1983 y Ayrton Senna en 1993 (en una jornada tan diluviante como la de ayer). El paulista de Ferrari ponía la música en clave de V10 mientras la arquibancada repleta de torcedores acompañaba el movimiento con sus caderas. Habría sido lo más justo, para premiar el esforzadísimo trabajo que Barrichello hace siempre en favor de Michael Schumacher, que abandonó por primera vez en año y medio, quedó a 16 puntos del liderazgo del torneo, y debe estar preocupado ya por lo que dejó de ser circunstancial. El debut de la nueva Ferrari, en dos semanas, traerá más luz sobre la verdadera situación del Mundial.
¿La verdad? Digan lo que digan los números oficiales, la carrera la ganó Fisichella: en la pista, cuando el desastre obligó al lógico parate final –porque el golpe a más de 150 mandó a Fernando Alonso no al podio que se ganó sino al hospital del que saldrá recién hoy–, el italiano había superado claramente al finés de McLaren. Si la victoria se trata sobre ganar y no sólo sobre llegar primero, entonces se entiende mejor. Raikkonen es un futuro campeón mundial, no caben dudas, y si Schumacher no se recupera pronto, acaso pueda alimentar la esperanza ya en esta temporada. Pero Fisichella, un talentoso al que una dosis de consistencia y garra habría transformado en superestrella, compuso una de esas carreras en las que sólo cabe pararse y aplaudir. Y no con un McLaren triunfal sino con un Jordan pobretón, de la misma escuadra que en el 2002 tuvo que despedir al 15 por ciento de su personal para sobrevivir y seguir compitiendo.
¿La verdad? Un Grand Prix como éste de Brasil, con nombres “raros” para los primeros puestos, con alternativas permanentes (aunque el safety-car estuvo demasiado tiempo en la pista), dan argumentos suficientes como para volver a engancharse con el Mundial. Aunque, ahora, el que gane siempre sea McLaren. Y no Ferrari.