En la primera temporada de Josep Guardiola al frente del Bayern Munich, el equipo muniqués que venía de ganar la Bundesliga, la Copa alemana y la Champions League jugó 56 partidos oficiales, con 44 victorias, seis empates y seis derrotas, con 150 goles a favor y sólo 44 en contra. Conquistó la Bundesliga con el 85 por ciento de efectividad y la Copa de Alemania, aunque se le atragantó la Champions goleado como local por el Real Madrid. Guardiola, impulsor de múltiples logros con el Barcelona, debió adaptarse a un medio distinto para sostener el éxito. “Básicamente, yo soy un fan del ataque posicional, es decir, de meter al equipo contrario en su área y que no pueda salir de ella. Y a eso juegan muy pocos. Juegan el Barsa, Paco Jemez (entrenador del Rayo Vallecano) y muy pocos más. La mayoría espera y contragolpea. Y el ataque posicional es muy difícil. ¿Por qué? Porque necesitas una gran dosis de humildad por parte de los jugadores. El ataque posicional consiste en que, como jugador, yo no intervengo durante mucho rato pero estoy ayudando al equipo. Pero cuando intervenga, estaré solo y seré decisivo. Y para jugarlo has de tener un alto concepto de la humildad, del sacrificio. Tienes que aceptar no intervenir. Pero no intervenir significa que estás generando espacios para los demás compañeros. Y éste es un proceso largo, muy largo. Colocar una defensa de ocho o nueve jugadores con movimientos bien coordinados tiene otras exigencias, pero es más factible y se demuestra en la mayoría de partidos que vemos. Sin embargo, cuando trabajas sólo el ataque posicional y lo haces con jugadores que han ganado todo y lo han hecho con un modelo de juego que no es el posicional... El mérito es que gente como Thiago o Lahm aguanten, esperen, se queden fuera de la intervención para aguardar el momento adecuado y hacer entonces un tres contra dos. O que jugadores del talento de Robben o Ribery asuman que durante 15 minutos no intervendrán directamente en el juego pero estarán ayudando a construir el proceso de juego que desembocará en una acción de peligro.” Así lo cuenta Guardiola en Herr Pep (Roca Editorial), una crónica de su primera temporada en el Bayern Munich, escrita por el catalán Martí Perarnau, de reciente aparición.