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Lunes, 29 de septiembre de 2014

FúTBOL › BOCA TUVO QUE VOLVER A PONERSE EL OVEROL DE MANERA DE PODER DERROTAR A QUILMES

Para ir al Monumental un poco mejor arreglado

Sin jugar bien, sin entretener, el conjunto de Arruabarrena al menos se llevó los tres puntos ante el último de la tabla, con un gol de Carrizo, y se maquilló en la previa del superclásico, despeinado como había quedado tras la visita de Racing.

 Por Facundo Martínez

Después de una semana complicada, en la que Racing le dio vuelta el partido de la séptima fecha al que sólo le faltaban 34 minutos y Boca ganaba por un 1-0, poniendo en evidencias ciertas flaquezas, el equipo de Rodolfo Arruabarrena consiguió ayer un poco de oxígeno como para encarar la semana previa al superclásico del próximo domingo en el Monumental, tras derrotar con un juego poco convincente y por la mínima diferencia a Quilmes, último en la tabla de posiciones. Federico Carrizo anotó en el arranque de la segunda parte el tanto de la victoria. Por momentos bastante desconectados de lo que ocurría en la cancha, los hinchas boquenses les dedicaron la tarde a sus pares de River.

Boca tenía ayer una excelente oportunidad para desquitarse del golpe que significó la derrota frente a Racing en un partido que se presumía ganado. Pero ayer estuvo lejos, muy lejos del funcionamiento que el equipo había mostrado frente a Banfield o incluso frente a Central, en el partido de vuelta por la Copa Sudamericana. Los hombres eran prácticamente los mismos, pero el equipo daba otra imagen, más pobre, menos convincente. Por eso, más allá del gol de Carrizo y de las buenas apariciones esporádicas de Andrés Chávez, fue un hombre de Quilmes, Arnaldo González, el que se destacó dentro del campo de juego, aunque le faltó compañía.

A diferencia de lo que había logrado el equipo del Vasco en los primeros partidos tras la salida de Carlos Bianchi, tal como había ocurrido frente a Racing, a Boca le faltó sorpresa y cambio de ritmo y, para colmo, la fórmula de los centros a repetición surtían poco efecto frente a una buena labor de los marcadores del equipo de Pablo Quatrocchi.

Cuando Boca aflojaba, se encendía González y Quilmes se acercaba con algo de peligro al arco de Orion, pero con peligro relativo. De tanto en tanto, era Boca el que lograba hilvanar alguna que otra jugada para insistir ante el arco de Silvio Dulcich, que tampoco tenía mucho trabajo.

Mientras toda la Bombonera les pedía a los jugadores ganar el partido para llegar entonados al encuentro frente a River, a poco de arrancar la segunda parte, Chávez se soltó por la izquierda y sacó un centro que pasó por arriba de Calleri y que Carrizo tomó entrando sobre el segundo palo para sacar un remate que, previo desvío en el defensor Lucas Suárez, que intentaba cerrar, se le metió a Dulcich sobre su palo izquierdo.

A pesar del envión de la ventaja, Boca siguió desaprovechando las escasas situaciones más o menos importantes de gol que generaba. Quilmes, en cambio, se mostraba menos propenso a resignarse e intentaba el empate, que tuvo cerca en dos oportunidades, por intermedio de Romero, que sacaba provecho de lo mal que por momentos marcaba la última línea boquense.

Tras el pitazo de final de Fernando Rapallini, River volvió al centro de la escena. Se festejó el triunfo sí, pero sólo porque se trató de la antesala del superclásico, donde los hinchas buscarán quitarse las espinas de un semestre que arrancó mal barajado.

Estadio: Boca.

Arbitro: Fernando Rapallini.

Goles: 51 m Carrizo (B).

Cambios: 63 m, A. Fernández por Morales (Q); 71 m, Gigliotti por Calleri (B); 76 m, López por Hipperdinger (Q); 77 m, Fuenzalida por Chávez (B); 84 m, Cabrera por A. González (Q); 90 m, Insúa por Carrizo (B).

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El único gol del partido: remate de Carrizo, desvío en Suárez, pelota con destino de red.
Imagen: Julio Martín Mancini
 
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