Las horas previas al inicio del partido que debían jugar anoche River y Estudiantes por la decimocuarta fecha del torneo local fueron intensas, no precisamente por las expectativas que despertaba el partido en el que los locales debían defender la ventaja que tienen sobre sus inmediatos perseguidores, Lanús e Independiente, sino porque incluso antes de que Estudiantes llegara al Monumental ya se hablaba sobre la conveniencia de la suspensión del encuentro debido a la intensa lluvia. Finalmente, el árbitro Saúl Laverni determinó a las 20.15 la suspensión del encuentro, que se jugaría entre el 12 y el 13 de noviembre próximos. “Los dirigentes, con mucho sentido común, me ayudaron a tomar la decisión”, comentó el árbitro al retirarse del estadio.

Las suspensiones de los partidos de Tigre-Lanús (a los 45 minutos, con el marcador 0-0) y de Arsenal-Independiente (que no llegó a iniciarse) condicionaron todo. La lluvia no aflojó en toda la tarde y, con el antecedente del último Superclásico, en el que el campo de juego del Monumental no respondió bien, ni a River ni a Estudiantes les pareció bien disputar el partido. Es que ambos equipos están disputando simultáneamente la llave por los cuartos de final de la Copa Sudamericana, que se definirá el próximo jueves a las 21.30 en el Monumental y, más allá de que en ambos equipos se iban a presentar con algunos suplentes, hubo rápido acuerdo entre las partes de no arriesgar a sus futbolistas.

De hecho, los futbolistas de Estudiantes supieron antes de llegar al estadio que el partido no se iba a jugar. Fue debido a una conversación entre el presidente de Estudiantes, Juan Sebastián Verón, y el secretario técnico de River, Enzo Francescoli, en el que habrían manifestado la conveniencia de postergar el partido. “Salimos con la idea de ver si se podía jugar, pero a medida que veníamos llegando Verón habló con Enzo en el camino y ya nos habían adelantado que había mucha agua”, manifestó Agustín Alayes, ex jugador y ahora manager deportivo del club platense, quien defendió la decisión justificando que “no había que arriesgar a los jugadores”.

Claro es que la decisión debía ser exclusivamente del árbitro, porque así lo indica el reglamento. Laverni llegó al Monumental a las 19.30, quince minutos más tarde recorrió de traje el campo de juego y avisó que se tomaría 45 minutos para determinar si se jugaba o no. La idea era esperar la llegada de Estudiantes. Pero las presiones estaban a la vista. El propio presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, había exigido “que se tome la decisión lo antes posible, por la gente”.

Laverni volvió a salir al campo de juego a las 20, y a las 20.15 se oficializó la suspensión. “El campo estaba completamente anegado. Era imposible jugar. Desde la platea quizá se ve bien, pero una vez que uno entra y lo pisa, se da cuenta de que está inundado. Tuvimos un poco de sentido común. Hay que pensar en los objetivos de los clubes. Los dirigentes con mucho sentido común me ayudaron a tomar la decisión”, explicó el propio Laverni.