Lunes, 2 de febrero de 2015 | Hoy
FúTBOL › OPINIóN
Por Ariel Greco
Lo que era un simple amistoso de verano, en el que una derrota apenas iba a provocar una simple cargada de ocasión, el 0-5 lo transformó en un partido histórico, que abre algunos interrogantes de cara a lo que realmente importa, la temporada oficial, que para River se inicia el viernes con la Recopa ante San Lorenzo, y que tiene a la Copa Libertadores como objetivo central.
El primer crédito que dilapidó River fue la incipiente paternidad que había amasado en 2014. Por más que no es comparable con la eliminación en la Copa Sudamericana con un amistoso en Mendoza, el resultado le va a servir a Boca para cambiar la gastada de lado. No es difícil imaginarse las manitos que aparecerán en las tribunas de la Bombonera en la fecha 11, cuando el equipo de Arruabarrena reciba a River por el torneo local.
La segunda cuestión tiene más que ver con el aspecto futbolístico. Boca dejó expuesto al equipo estelar que tiene Gallardo en la cabeza, con una estrategia tan simple como fácil de copiar para el resto de los rivales. El desafío para el entrenador será reacomodar sus piezas para regresar al nivel y brillo que supo tener el equipo en el semestre pasado.
Y el tercer inconveniente que deja la fatídica noche mendocina tiene que ver con el grupo. Las lógicas recriminaciones de Mercado y a Teo Gutiérrez y Sánchez por las expulsiones evitables pueden marcar la futura convivencia del plantel –teniendo en cuenta los antecedentes del colombiano– o quedar en una simple anécdota. Estará en la inteligencia del conductor y del grupo actuar para saber en qué dirección termina decantando.
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