Lunes, 1 de junio de 2015 | Hoy
FúTBOL › CON LA DERROTA ANTE VéLEZ EN LINIERS, QUEDó A TRES PUNTOS DEL LíDER SAN LORENZO
La eliminación a manos de River en la Libertadores parece haber sido decisiva en la suerte reciente del equipo de Arruabarrena. Para colmo, los hinchas ven la vuelta de Aimar y recuerdan con nostalgia que Riquelme nunca volverá.
Por Juan José Panno
”Se sabe cuando se pierde, pero no cuando se deja de perder”, había declarado el Vasco Arruabarrena después de la categórica derrota contra Aldosivi en la Bombonera vacía. Se la veía venir; tenía en claro por dónde circulaba el ánimo de sus jugadores una vez eliminados de la Copa Libertadores. A una semana de Aldosivi y con una mísera victoria ante Huracán de Las Heras por la Copa Argentina en el medio, el equipo sufrió otro golpe de nocaut: cayó ante Velez en Liniers. El momento de Boca se potencia con la expulsión de Gago y con la felicidad que embarga por estas horas a River. Se sabe, casi desde siempre, pero más en los últimos tiempos, que cada éxito de uno de los primos repercute negativamente en el otro.
Pues bien, Boca debe sumar a sus desgracias que River atravesó una instancia muy difícil en la Copa Libertadores, que ayer sumó tres puntos más en el Torneo de Primera y encima mostró el regreso a las cancha de uno de sus ídolos. La vuelta de Pablo Aimar es una buena noticia para el fútbol en general, pero los hinchas de Boca lo miran desde otro ángulo: ese retorno les recuerda que Juan Román Riquelme –el gran compadre de Aimar en el Mundial juvenil de Malasia– ya no pisará las canchas nuevamente. O sea, todo mal para Boca: no cuenta con Riquelme, River gana todo, tiene un equipo que navega a la deriva, sin ninguna brújula y encima no liga nada. Porque ayer, en el medio de un partido muy malo y sin jugar bien, tuvo algunas buenas ocasiones en el segundo tiempo y no las pudo concretar porque no ayudó la suerte y porque se chocó con las manos de Aguerre, que tuvo una actuación sin fallas.
El arquero de Vélez se mandó una atajada fuera de serie en un mano a mano con Osvaldo que recibió en el área un centro de Chavez y le dio de aire, con el pie lleno, cambiando el palo. Era gol para todos, menos para el número 1 del equipo de Russo que voló hacia un lado, estiró un brazo hacia el otro y salvó la situación.
Como contrapartida, Orion reaccionó tarde en una de las llegadas de Vélez que terminó en la red. En realidad Orion eslabonó su error con la tremenda falla de Monzón que hizo posible el cabezazo de Cubero. El pibe Delgadillo tiró un centro llovido, altísimo, que de ninguna manera parecía implicar peligro para los defensores boquenses, pero Monzón se durmió y le dejó el espacio para que Poroto Cubero pusiera la cabeza. Orion no puso las manos, o las puso tarde, y la pelota se fue al fondo del arco.
Hasta ahí los locales no habían hecho demasiado méritos para ganar el partido y daba la sensación de que el juego se encaminaba hacia un cero a cero clavado, pero después del gol, Boca empezó a deambular como un fantasma por el terreno y Velez se agrandó, toco y tocó, sus hinchas se dieron el lujo de gritar ole y en una sucesión de esos toques ante las sombras rivales el Tanque Pavone metió el segundo para hacer completa la fiesta.
Ayer, el Vasco inventó a Colazo como volante no por un costado sino cerca de Gago y lo puso al pibe Betancur un poco más y dejó a solo dos de punta, procurando más quite y presencia en el medio, pero la apuesta no funcionó. En realidad, en los últimos tiempos a Boca y al Vasco nada les sale bien. Queda una fecha antes del receso por la Copa América que Boca esperará ansioso. Mientras tanto, deja de mirar desde arriba a sus rivales como venía haciéndolo hasta no hace mucho y clava la vista hacia el subsuelo. Porque no queda claro cuando se tocará fondo.
Estadio: Vélez
Arbitro: Patricio Loustau
Goles: 70 m, Cubero (V); 85 m, Pavone (V).
Cambios: 68 m, Calleri por Osvaldo (B); 72 m, Palacios por Colazo (B); 88 m, Compagnucci por Romero (V); 90 m, Somoza por Desábato (V).
Incidencia: 83 m, expulsado Gago (B).
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