River quedó a 11 puntos de Boca y a 9 de San Lorenzo, con un partido menos. Si gana ese encuentro que tiene pendiente (ante Defensa y Justicia) se ubicaría a 8 de Boca y a 6 de San Lorenzo. En la próxima fecha, lo mejor que le puede pasar es que supere a Chicago y que empaten Boca y San Lorenzo y en ese caso quedaría a 6 de Boca y a 4 de San Lorenzo. Y en la fecha siguiente si River supera a Boca y San Lorenzo cae contra Huracán, estaría a 3 de Boca y a 1 punto de San Lorenzo. Vale decir que si milagrosamente se le dan a los de Gallardo todos los resultados que le convienen, aun así, seguiría estando 3 puntos por debajo del líder. Esta realidad matemática que amortigua el optimismo, es consecuencia de otra: después de la fiesta por la obtención de la Libertadores River sacó sólo 1 punto sobre 9 en sus últimos tres partidos derrotas ante San Martín y Estudiantes y empate contra Huracán.

Los dos puntos que dejó ayer en el camino deben haber sido los que más le dolieron porque no estaba en los planes; porque Huracán es uno de los equipos más flojos del campeonato; porque esta vez no caben excusas sobre el cansancio físico y porque en el desarrollo de los 90 minutos quedó claro que River estuvo mucho más cerca de la victoria.

Gallardo manda a sus equipos al frente y mucho más cuando las circunstancias marcan una única actitud posible. Y River fue una y otra vez. Trató de abrir la cancha, tanto que en algunos pasajes ocuparon posiciones ofensivas simultáneamente Mercado por la derecha y Vangioni por la izquierda. Con Sánchez, González, Martínez, Viudez y Mora en la cancha se aseguraba la posesión de la pelota, la circulación fluida y los acercamientos hasta Marcos Díaz. Y se suponía que con Ponzio en el medio sobraba para enfriar cualquier intento del rival. Los de Parque Patricios asumieron esta realidad y dejaron desnudo su complejo de inferioridad en esa primera parte del encuentro. River pudo haber liquidado la cuestión en el período inicial (remate de Vangioni en el travesaño, gran atajada de Díaz ante un tiro de Gonzalo Martínez, varias pelotas que cruzaron el área chica), pero, paradójicamente sólo pudo llegar al gol con ayudita en una acción que debió ser invalidada por posición adelantada de Sánchez. La etapa se iba de largo con el 1 a 0 cuando llegó el sorpresivo empate. Un error de Ponzio en un pase atrás se encadenó con un remate débil de Montenegro que se hizo imparable después de que la pelota rozara en Balanta. Injusto por donde se lo mire.

Pero en el segundo tiempo, si bien River siguió con el acelerador a fondo, ya no tuvo chances tan claras y debió padecer además un par de contras del rival que no se concretaron porque Wanchope anduvo torcido y porque Barovero anduvo derecho para apagar posibles incendios. Es que a medida que pasaban los minutos crecía la impotencia (cayeron en su rendimiento Mora, Viudez, Lucho González le dejó su lugar a Saviola que hizo poco) y sólo Martínez mantuvo su nivel y en acciones individuales pudo haber quebrado la resistencia del rival.

Huracán terminó aguantando bien y se llevó un punto vital para sus aspiraciones de permanencia. River mereció más en el balance de los 90 minutos, pero con eso no alcanza para pelear el campeonato. Todavía le quedan algunas esperanzas, aunque empieza a depender demasiado de los resultados de los otros.

Estadio: River.

Arbitro: Saúl Laverni.

Goles: 14 m, Sánchez (R), 40 m, Montenegro (H).

Cambios: 66 m, Distéfano por Montenegro (H); 68 m, Saviola por González (R); 79 m, Bruna por Toranzo (H); 84 m, Miralles por Abila (H).