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“Hazte la fama y échate a dormir”: la imagen del tenis argentino está en su peor momento histórico y en Europa se duda de su limpieza o, en el mejor de los casos, de su profesionalidad. “El tenis argentino está manchado con esta controversia”, aseguró John Roberts, veterano especialista del diario británico The Independent. “Es difícil no preguntarse nada acerca de la Argentina y su forma de trabajar”, agregó Julien Reboullet, cronista de tenis del diario deportivo francés L’Equipe. “No sé si la palabra es manchado, pero el tenis argentino sin dudas no está en una situación ideal”, analizó Pedro Hernández, director de la revista española Tenis a Fondo.
Cuando Roberts habla de “esta controversia”, se refiere al “caso Puerta” –L’Equipe denunció hace dos semanas su doping positivo en Roland Garros–, una herida por la que se desangra el prestigio argentino.
Aunque sería injusto atribuirle el momento sólo a Puerta. El tenis argentino acumula seis casos de doping en los últimos cinco años, y el presunto de Puerta sería el séptimo. Sólo España tiene una cantidad de casos similar, pero ninguno afectó a jugadores de primera línea, como fue el caso de la Argentina con Guillermo Coria, Juan Chela o Guillermo Cañas.
El prestigioso diario español ABC dedicó el jueves pasado un artículo a Puerta bajo el título “El sancionado fantasma y mudo”, y en él se pregunta “¿quién lavará la imagen del tenis?, ¿cómo se resarcirá a los jugadores damnificados?”.
Etienne de Villiers, el nuevo jefe de la ATP, prefiere ser prudente y “desactivar” los reclamos para que el tenis imponga la suspensión provisional a aquellos jugadores que den positivo en una contraprueba.
“No podemos hablar de ‘caso’ alguno, pero la situación que se está viviendo es complicada”, reconoció en Madrid. “Y creemos que no se puede suspender provisionalmente a un jugador, porque prima el derecho a la presunción de inocencia.”
Uno de los cuestionamientos más repetidos por algunos jugadores es que, si se confirma el positivo de Puerta, el argentino habrá jugado durante meses con una ventaja importante sobre tenistas “limpios”.
Pero el tenis, extremadamente prudente, siempre prefirió estar seguro hasta el más mínimo detalle de que no se está cometiendo un error. Por eso no hay suspensiones provisionales, y por eso los procesos por doping duran entre siete y nueve meses. El “caso Puerta”, de existir, se confirmaría entonces entre enero y marzo del año próximo, aunque la presión sobre la Federación Internacional de Tenis (FIT) y la ATP es insoportable.
Hay dos “bandos”: el de los tenistas latinos y el resto. Los europeos o estadounidenses son bastante duros con Puerta, al que en general ignoran. Los españoles y latinoamericanos lo apoyan, aunque por lo bajo muchos preguntan “si es cierto lo de Mariano”.
¿Tres o cuatro meses más? Nadie quiere esperar tanto. La solución sería acelerar todo el proceso. L’Equipe señaló el jueves que puede haber un comunicado oficial “en noviembre o diciembre”, y en Madrid se cree que “en breve se conocerá la sanción (...) antes de París-Bercy”, según el ABC.
Pese a la derrota en Madrid ante David Ferrer, Puerta se mantiene con buenas posibilidades matemáticas de volar a Shanghai para el Masters. Llevar el “caso Puerta” al torneo de cierre de temporada es una pesadilla que deja muda a la ATP ante la consulta.
“Puerta está en una situación dura en dos aspectos”, destacó Roberts. “Es de dominio público que dio positivo y está jugando bajo el estrés de que su carrera podría estar terminada. Puede ser injusto, pero hazte la fama, y échate a dormir. Uno ve a los argentinos y se pregunta cómo es que son tan buenos, por qué tienen tanta energía y resisten tanto. Aunque esa pregunta sea aplicable a todo el tenis. En todo caso, es una vergüenza que un análisis se filtre”, agregó. “Un argentino nunca está cansado, pero podría decirse lo mismo de Nadal u otros”, admitió Reboullet. “El problema de la Argentina es que sus casos afectan a grandes figuras. Pero si (Richard) Gasquet diera mañana positivo, quizá cambiaría nuestra manera de ver las cosas.”
Y Hernández, con casi tres décadas de tenis sobre sus espaldas, deja una clave: “Los españoles tienen un muy buen asesoramiento. En la Argentina da la impresión de que no, de que las cosas se hacen a impulsos. Los argentinos cambian de entrenador cada dos por tres, su confianza es a muy corto plazo. El tenis argentino creció, pero parece no tener una estructura profesional adecuada”.