Lunes, 31 de diciembre de 2007 | Hoy
TENIS › TENIS EL SUIZO TIENE EL GOLDEN SLAM COMO OBJETIVO PARA 2008
Otro año en la cima del ranking mundial
Por Sebastián Fest
2007 fue el año en el que el tenis terminó de perder la inocencia. El año que se va vio al ex “deporte blanco” por momentos contra las cuerdas, acusado de ser el nido de peligrosas mafias de apostadores. La esperanza de sus protagonistas es que en 2008 vuelva a hablarse de deporte, porque la temporada que se inicia en pocos días puede ser histórica.
“¿El Golden Slam? ¡Uuf...! Antes de pensar en eso tengo que ganar tres Grand Slam”, dijo Roger Federer a este cronista en el final de la temporada. Pero lo cierto es que el suizo tiene la posibilidad de igualar lo hecho por Steffi Graf en 1988, cuando la alemana ganó los cuatro Grand Slam y el oro olímpico en Seúl. En Pekín –otra vez Asia– podría vivirse un momento único.
Es una temporada con muchos momentos singulares. Porque antes de concentrarse en el sueño del oro olímpico Federer podría celebrar el 6 de julio en Londres un record absoluto de títulos de Grand Slam. Ya tiene 12, a sólo dos de la marca de Pete Sampras. Si gana en Australia –nada sorprendente, la última vez lo hizo sin ceder un set–, buscará demostrarse a sí mismo que puede ganar Roland Garros. Si conquista París, ¿quién lo frenará en Londres, en Pekín y en Nueva York?
Algo similar pasa por la cabeza de la belga Justine Henin. Tras conquistar el Masters y el número uno de la temporada en Madrid en 2006, Henin tenía un plan ambicioso. “En 2007 buscaremos jugar todas las finales de Grand Slam, que es la manera de intentar ganar los cuatro grandes”, dijo por entonces Carlos Rodríguez, el argentino que entrena a la belga.
Pero el tenis y la vida ofrecen muchas sorpresas. Henin terminaba 2006 en medio de una crisis matrimonial, y su divorcio la llevó a renunciar al Abierto de Australia. Comenzaba el año y la hazaña ya era imposible, aunque luego ganara dos de los tres restantes Grand Slam, el Masters y otros siete torneos más para sumar diez, algo que no se lograba desde hacía una década. Un dato más alcanza para demostrar el dominio de Henin: el último partido que perdió la belga fue la semifinal de Wimbledon 2007.
Serena Williams ganó Australia para demostrar que puede ser grande en el tenis si se lo propone, algo que también puede decirse de su hermana Venus, campeona en Wimbledon. Maria Sharapova se hundió entre dudas y lesiones, aunque renació en el final del año.
Un final de año que puso al tenis en el centro de la escena del deporte mundial. Se instaló la certeza de que hay mafias manipulando partidos para obtener fuertes ganancias en el mercado de apuestas, y el ruso Nikolai Davydenko –justa o injustamente, nadie lo sabe aún– fue protagonista de estrambóticos momentos, que incluyeron una sanción por “no esforzarse” –luego retirada– y su acusación al jefe de la ATP, el polémico Etienne de Villiers, que pasó buena parte del año intentando controlar una rebelión de jugadores, rebelión que frustró algunos de sus planes de relanzamiento del circuito.
En 2008, muchos pondrán su mirada en David Nalbandian, protagonista de un asombroso “rush” final en 2007 que le permitió capturar los títulos de Madrid y París-Bercy –fulminando dos veces a Federer y al español Rafael Nadal– y reconquistar un lugar entre los “top ten” que parecía irremediablemente perdido este año.
“Nalbandian dejó pasar un poco la oportunidad de luchar por el número uno”, dijo en marzo Federer. El cordobés, que tomó debida nota de esas palabras, le respondió con su triunfo en la final de Madrid. “A ver qué dice ahora”, comentó. La verdad comenzará a verse en Australia, torneo en el que en enero de 2006 Nalbandian perdió en semifinales ante el chipriota Marcos Baghdatis un partido ganado. A eso se refería Federer, barrera infranqueable en enero para el chileno Fernando González en la final de Melbourne.
Fue un curioso 2007: Federer perdió muchos más partidos que el año anterior –nueve, incluyendo dos derrotas consecutivas sobre cemento ante el sorprendente Guillermo Cañas–, pero si se toman los puntos clave del año, sólo le faltó ganar un encuentro: la final de Roland Garros ante Nadal. Sólo ese partido lo separó de la gloria del Grand Slam.
Nadal es un nombre de luces y sombras. El español volvió a demostrar en 2007 que tiene una mentalidad de hierro. Ganó los grandes torneos de la temporada sobre polvo de ladrillo, conquistó Indian Wells y, por segundo año consecutivo, hizo sufrir a Federer en la final de Wimbledon. Pero en el final del año surgió la duda sobre su futuro. Toni Nadal, su tío-entrenador, se sinceró en unas sorprendentes declaraciones al Diario de Mallorca en las que calificó de “muy grave” la lesión crónica del jugador en el pie izquierdo. “¿Pero es verdad que no puede correr?”, repreguntó el periodista. “Es un poco más que eso.”
El número dos del mundo no quedó especialmente feliz con las frases de su tío. Pero su mejor defensa, antes que en comunicados de prensa, está en la cancha y con la raqueta en la mano. Que es lo que todos esperan ver en 2008, el año en el que el tenis coquetea con la historia.
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