A causa de la lluvia, sólo 9 de los 46 partidos de tenis previstos para la jornada inaugural pudieron completarse, dándole uno de ellos la segunda alegría de la jornada a Guillermo Cañas: iba 3-6, 4-2 frente al canadiense Frederic Niemeyer cuando su rival se lesionó el codo y abandonó. “No jugué bien, no fue lo que esperaba. No estoy para nada contento con la manera en que me desenvolví, aunque sí estoy feliz de avanzar”, dijo el argentino, cuya primera alegría tuvo poco que ver con los courts.

“Veníamos de entrenar tarde y quisimos ir con David (Nalbandian) al gimnasio. Allí había una televisión prendida, con imágenes del judo y vimos una banderita argentina. ‘Están compitiendo los chicos, vamos a juntarnos’, les dije a los demás”, relató.

“Cuando comenzamos a mirar, vimos una discusión con el árbitro y empezamos a preguntar, porque no entendíamos nada. Unos cubanos nos dijeron que había ganado la argentina (Paula Pareto), y encima después nos avisaron que era por una medalla. Entonces nos quedamos un rato más. Vimos hasta cuando le dieron la medalla y vivimos un momento muy emotivo. A mí se me empezó a caer una lágrima, pero no quería mirar hacia atrás porque estaba David (Nalbandian). Entonces miré para el costado y vi que a él también se le estaban cayendo las lágrimas. ‘¿Te emocionaste?’, le pregunté. ‘Sí, yo también me emocioné’, me dijo.”

La historia no concluye. “A la noche tenía que irme a dormir temprano, pero todos queríamos seguir sintiendo esa alegría. Nos quedamos afuera del hotel, hablando de la vida, y justo llegó ella. Fue un momento tremendo.”

Juan Mónaco le ganaba al croata Marin Cilic 4-6, 7-6, 1-0 cuando la jornada se suspendió por lluvia. Anoche, si la lluvia lo permitía, debutaban David Nalbandian (ante el chino Shao Xuan Zeng), la pareja Mónaco-Calleri (con los australianos Hewitt y Guccione) y Gisela Dulko, contra Casey Dellacqua en singles y, en pareja con Betina Jozami, con las israelíes Pzipi Obziler y Shahar Peer.