Desde Melbourne

Rafael Nadal puede seguir soñando: su idea de formar alguna vez un dobles junto al suizo Roger Federer fue ayer realidad durante 15 minutos que dejaron al mundo del tenis con ganas de más. El número uno y el número dos del mundo “perdieron” por 5-2 un minipartido de exhibición ante la belga Kim Clijsters y la australiana Samantha Stosur, pero la derrota, autoinducida y sin importancia, fue lo de menos. Lo que quedó en el recuerdo de los aficionados fue el rato en que Nadal y Federer estuvieron del mismo lado de la red, algo que ya habían hecho un año atrás en una exhibición para recaudar fondos para las víctimas del terremoto en Haití.

Esta vez fue a beneficio de los damnificados por las inundaciones en Australia, y el público respondió en forma masiva en el Rod Laver Arenas, principal escenario del primer Grand Slam de la temporada, que comenzó anoche en Melbourne. “A mí me encantaría jugar un torneo de dobles con él. Le voy a preguntar si podemos jugar juntos en Madrid”, dijo Nadal durante una entrevista con DPA en Nueva York el 1º de septiembre de 2006. Nadal era por entonces un ascendente joven de 20 años, probablemente demasiado impulsivo al haber revelado sus deseos antes de hablar con el propio interesado.

Días después, tras enviarle un SMS, recibió un “no” de Federer como respuesta. “Me parece una gran idea de Nadal, realmente muy amable de su parte. Sería divertido, pero lo que sucede es que nunca juego dobles en el final de la temporada. Además, si lo hiciera, lo haría con Yves (Allegro, doblista del equipo suizo de Copa Davis)”, explicaría entonces Federer.

Pasaron más de cuatro temporadas y la rivalidad de Nadal y Federer se hizo leyenda. Pese a que el español lleva 14 victorias en 22 partidos con el suizo, el afecto y respeto que se profesan parece ser sincero, quizá porque juntos están escribiendo una época de oro del tenis masculino. “Creo que en otras épocas quizá las rivalidades se han sacado de lo que es puramente el juego. Creo que en esta época Federer y yo entendemos claramente que esto es un juego”, dijo Nadal a DPA en una reciente entrevista. “Y es normal apreciar al rival, yo tengo un especial aprecio por Federer porque he vivido muchos momentos muy importantes de mi carrera enfrentándome a él, yo creo que él siente lo mismo por mí.”

Eso es lo que se vio ayer en la luminosa tarde del verano australiano, una complicidad constante entre ambos jugadores. “Es que es muy bueno en la línea base”, justificó Federer cuando el improvisado juez de silla, el ex número uno del mundo Jim Courier, le preguntó cómo era posible que Nadal se situara en la línea de base con el suizo a punto de servir. Es desde allí, desde el fondo de la cancha, que Nadal hace temblar desde hace años al otrora imbatible Federer.

Tras un partido caótico, con lujos de ambas partes y marcador desconocido, Courier decidió que Stosur y Clijsters disponían de un match point. La derecha invertida de la belga al revés de Federer fue inalcanzable para el suizo. Mientras las ganadoras festejaban de manera inusual, saltando y chocando sus pechos para deleite del público, Nadal y Federer se abrazaron.

Instantes antes, el número uno y el número dos habían jugado cuatro puntos de individual, en una suerte de anticipo de la final que muchos esperan en Melbourne. Fue un 2-2, como debía ser, reflejo de la muy relajada exhibición, en la que Courier llegó a bromear acerca del dominio del inglés por parte de Nadal. Fue durante el dobles mixto que el español formó con Clijsters, con Federer y Stosur como rivales. Una desinteligencia en los movimientos complicó a la pareja, y entonces Courier saltó mordaz: “Kim, estás casada, tú sabes cómo hablarle a un hombre, ¡comunícate con tu compañero! El sólo simula que no sabe inglés, pero lo entiende perfectamente”.