La selección de Inglaterra de rugby logró la oportunidad de poder vengar, 12 años después, la derrota que sufrió en 1991 ante Australia, en la final del mundial de aquel año en Twickenham. Los ingleses vencieron 24-7 a Francia y se clasificaron para la final del sábado próximo ante los locales, en Sydney, con una gran actuación del medio apertura Jonny Wilkinson, que anotó todos los puntos de su equipo. Los galos también tuvieron en contra a la lluvia, porque los británicos están más acostumbrados a jugar con el terreno mojado, y también a que su estilo, más propenso al juego de manos, es más difícil cuando el balón está mojado. Será la segunda final que jugarán los ingleses.