Lun 05.01.2004
libero

OTRA VEZ SE REAVIVA LA CONTROVERSIA ENTRE EL EQUIPO ARGENTINO Y BOCA

Una polémica de ocasión

Como a Boca le fue muy bien en 2004, y la Selección Argentina no consiguió regenerar su romance con la gente, se reflotó aquella vieja disputa de 1978, cuando Menotti y Lorenzo eran los polos opuestos. Hoy, la discusión lleva implícita la carga contra Bielsa, a quien en la AFA resisten menos que antes.

› Por Gustavo Veiga

Los argentinos somos mandados a hacer para edificar polémicas, rellenarlas con lo que haga falta y discutir nuestras verdades de a puño desde la mesa de un bar o frente a un micrófono. Está en nuestra naturaleza, como el espíritu festivo que transmiten los brasileños al compás de su música o el parsimonioso ritual del mate entre los uruguayos. Si se trata del fútbol, la efervescencia crece, hace bullir los ánimos y hasta descoloca a los propios protagonistas. ¿Acaso no significó eso que los jugadores de Boca, el mismo día en que se consagraron campeones del torneo Apertura, en la cancha de Racing y frente a Arsenal, cantaran aquel desagradable cantito “la Selección/ la Selección/ se va a la puta/ que lo parió...”? ¿Qué habrá tenido que ver ese exabrupto colectivo con la serena invocación de Carlos Bianchi a festejar el título frente al Milan como un éxito del fútbol argentino? Nada.
La tirantez que se insinuaba entre el equipo campeón de todo y la Selección de todos, ya instalada en el ambiente futbolístico, no requirió de advenedizas interpretaciones de la prensa. La regó Julio Grondona con sus declaraciones posteriores, en pleno brindis para las fiestas. Dijo ante un grupo de periodistas que, en el futuro, resultaría inevitable la presencia del técnico boquense en el seleccionado. Frontal, sin medias tintas, el presidente de la AFA confesó lo que piensa muchísima gente. Pero no reparó en la sensible actualidad que atraviesa el equipo nacional, ni en el efecto que causarían sus palabras. La suya no era una opinión cualquiera. Unas horas después, Marcelo Bielsa se vería obligado a responder en una conferencia de prensa que no lo condicionaba ni mortificaba aquel concepto de su empleador.
La polémica, estimulada desde entonces por los medios, se disparó, abonó teorías conspirativas, extendió el debate a la comparación de estilos y hasta permitió evocar otra disputa, acontecida casi un cuarto de siglo antes, que se dirimió en la cancha: Menotti contra Lorenzo y, por primera vez, la Selección de un lado y Boca del otro. Aquel jaleo futbolero se recreó durante la dictadura militar y alcanzó su pico de intemperancia durante la serie internacional de partidos jugados en la Bombonera en 1977. Desde la tribuna visitante se respaldaba al equipo que ganaría el Mundial ‘78 y desde la local se lo silbaba, al mismo tiempo que era reclamada la presencia de Juan Carlos Lorenzo en el cargo que ocupaba el Flaco.
En el verano de 1977/78, el seleccionado le ganó 1-0 a Boca un partido amistoso disputado en el estadio San Martín de Mar del Plata. Francisco Sa, el ex zaguero correntino que jugó para el perdedor, recuerda hoy que “había una puja, pero en buena medida incentivada por los medios. De todos modos, Lorenzo, que era nuestro técnico, nunca se prendió en esa polémica. Me acuerdo que esa noche, Gatti atajó para la Selección y nosotros pusimos un equipo que no tenía a todos los titulares”.

Bielsa sí, pero...
En la bucólica tranquilidad del predio de Ezeiza, allí donde el seleccionado Sub-23 afina su preparación para el campeonato Preolímpico de Chile, cuentan quienes trabajan a diario con Marcelo Bielsa que él le ha quitado trascendencia a la polémica. “Ya está acostumbrado, estas cosas le resbalan”, afirmó uno de sus colaboradores. Sin embargo, el comentario de Grondona la noche del 23 de diciembre no habría resultado una inocentada. O bien deslizó lo que se descuenta y pensó que no traería consecuencias sostener una verdad de Perogrullo –Bianchi tendrá su oportunidad en el seleccionado tarde o temprano–, o intentó aliviar las presiones de cierto sector del periodismo que no tolera más a Bielsa abriéndole juego al Virrey en una partida de cartas de final impredecible.
“Hay que ubicar las expresiones de Julio en el tiempo y en el espacio. La respuesta fue de ocasión. Que Bianchi esté en la lista de espera de la Selección no quiere decir que hoy se vaya a interrumpir el ciclo deBielsa. No me parece probable...” analizó José Luis Meiszner, uno de los tres integrantes de la comisión de Selección y secretario general de la AFA. Sea como fuere, la situación del técnico rosarino se modificó sustancialmente desde que se le renovó el contrato tras el Mundial 2002. A tal punto que los dirigentes, por una acumulación de circunstancias, no hubieran extendido la relación con Bielsa si ese tema estuviera en discusión hoy. “Hay más cosas que perturban que hace un año”, agregó Meiszner, sin abundar en detalles.
La lista de elementos que mantienen en estado de zozobra al entrenador es tan diversa, que contiene factores deportivos y extradeportivos. Entre los primeros, surge con nitidez que la eliminación prematura en el último Mundial es todavía una herida abierta y que la irregularidad en el nivel de juego demostrada en lo que va de las Eliminatorias no compensó aquel golpe. Si fuera por los resultados, la cosecha no es magra, porque la Argentina está segunda con Brasil, y un punto por detrás de Paraguay. Hoy se clasificaría con cierta holgura para Alemania 2006. Pero eso no alcanza para el paladar de la gente. La escasa convocatoria es una prueba. Y las muestras de desaprobación se multiplican por la exacerbación de los opuestos. Como Boca acaba de concluir un año excelente, Bianchi es la carga incómoda que el ambiente futbolístico coloca en el otro plato de la balanza.
Lo que Bielsa y sus jugadores no pueden corregir ni siquiera con rendimientos convincentes dentro de una cancha es la visión de los otros, sobre todo si irrumpen en polémicas que persiguen su destitución como entrenador. Tras el doloroso adiós a Japón, un puñado de horas después del fracaso deportivo, hubo enviados especiales como Fernando Niembro, un colega que forma opinión desde el periodismo deportivo, que sugirió de inmediato a Carlos Bilardo para el puesto, en presencia del mismo comentarista-técnico quien, algo ruborizado, no atinó a pronunciarse. La mención de Niembro no es antojadiza. Su influencia es indiscutible, más allá de que el canal de TV América decidió desplazarlo este año de las transmisiones futbolísticas que hacía junto a Mariano Closs, el relator que también pidió servida en bandeja la cabeza de Bielsa.
Ahora bien, más allá del peso que pueda atribuirse a cierto sector de la prensa y que, por supuesto, admite un margen de error imponderable, quienes sostienen al técnico en su puesto o tienen la atribución de desplazarlo si así lo creyeran conveniente, son los dirigentes. Grondona ya se había pronunciado al respecto desde Japón, cuando lo consultó este cronista, mientras el seleccionado hacía las valijas, prematuramente eliminado: “Nadie me va a poner un técnico a mí”, confesó. Y todo indica que, un año y medio después, nada lo hará cambiar de opinión. Ni siquiera los comentarios que más toma en cuenta.

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