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Lunes, 12 de enero de 2004

UN BOCA “BIS” LE GANO A INDEPENDIENTE EN SALTA

Acostumbraditos

Carlos Bianchi no alineó la tradicional formación titular, pero los chicos que ayer salieron a la cancha, más algunos veteranos, jugaron un primer tiempo con mucha garra, superaron al rival y ganaron igual...

La Copa Intercontinental, esa que ganó a mediados de diciembre de 2003, precedió el ingreso del equipo de Carlos Bianchi al estadio de Salta. Y los jugadores, ninguno acostumbrado a la titularidad, recordaron que la costumbre de Boca es ganar. Y decidieron que si el 2003 terminó al más alto nivel, el 2004 no podía empezar de otra manera. Por eso, en el debut en el torneo de verano, vencieron convincentemente 3-1.
Independiente arrancó como para justificar la fe que muchos hinchas habían depositado en el equipo, porque era el primer partido que dirigía José Omar Pastoriza en su quinta estadía como técnico del Rojo, porque suponían en ello una inyección de confianza revitalizada en los jugadores o porque imaginaban que peor que como les fue en el 2003 no podía irles en el arranque del 2004.
Enfrente había un Boca “distinto”. No porque fuera un conjunto de suplentes, porque algunos nombres –especialmente del medio hacia adelante– lo desmentían, sino porque no era la formación acostumbrada a ganar todo lo que se le puso adelante en la temporada pasada. Hasta podía suponerse que Independiente afrontaba un compromiso superior al de su rival.
Y esa presunta diferencia se hizo patente apenas arrancado el partido, mientras los equipos se acomodaban en la cancha, que Manso, al que se vio mucho más despierto, como contagiado de dinamismo, que en la temporada anterior, adivinó un hueco entre los centrales de Boca, y habilitó al pibe Maximiliano Ayala, que se filtró, eludió a Muñoz y cuando sólo le quedaba lo más sencillo (mandarla al gol), desvió el remate.
El arranque a todo vapor de Independiente fue como un espejismo. Bastó que el medio de Boca recordara lo que se jugaba en el partido para tomar el control de la pelota, con Silvestre, Ledesma (un volante de muy buen manejo) y uno de los pollos de Bianchi, el chico Caneo.
El equipo de Pastoriza dejó de acercarse a Muñoz. La cancha se inclinó hacia el arco de Albil, y empezaron a sucederse las situaciones de riesgo a favor de Boca. Un remate de Barijho, y un tiro cruzado de Estévez, precedieron al centro de La Paglia que Caneo, entrando solo por el medio, transformó en la apertura del marcador.
El equipo de Avellaneda no pudo sacarse de encima la modorra, pese a sus intentos para hacer circular la pelota. Ledesma hizo un amague, dos, se metió en el área y Zurita le cometió el penal que La Paglia transformó, fuerte, abajo y a la derecha, en el 2-0.
Con la ventaja, Boca aflojó las riendas, los tres del fondo de Independiente respiraron un poco, y de la mano de Manso el equipo rojo empezó a rondar. El descuento llegó cuando Manso abrió a la derecha, Zurita tiró el centro y Alvarez, queriendo cubrir la entrada de Giménez, clavó una hermosa palomita... en contra de su arco.
Boca volvió del vestuario con la idea de regalarle el campo a su rival, para aprovechar el contragolpe. Pero Independiente, que pronto se quedó sin Manso, mostró sus limitaciones para generar juego sin el conductor, y el partido, que había sido bastante entretenido en la primera parte, decayó. Colautti, en el final, empujó una pelota que rechazó Albil para cerrar el resultado.

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Pablo Ledesma encara el area y cae, pisado por Zurita. Sera penal y gol.
 
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