Lun 21.10.2002
libero

DIEZ MIL PERSONAS VIERON EN EL LUNA LA VICTORIA DE DOMINGUEZ

Fue otra velada mágica

La velada fue magnífica y se cerró con una pelea ardorosa e intensa, en la que el campeón sudamericano de los pesados, Marcelo Domínguez, venció al campeón argentino, Fabio “la Mole” Moli, por puntos en fallo unánime, arrebatándole la corona nacional. Una gran fiesta del boxeo.

Por Daniel Guiñazu

Fue una honrosa pelea de pesos pesados. Tan lejos del gran espectáculo como del ridículo, Marcelo Domínguez y Fabio “La Mole” Moli hicieron lo que pudieron, que fue mucho más de lo que se esperaba. Ganó Domínguez por puntos en fallo unánime tras 12 rounds que una multitud de más de 10 mil personas vivió como si sobre el ring luminoso del Luna Park hubiera en juego mucho más que la unificación de los títulos argentino y sudamericano de todos los pesos. Pero esta vez lo deportivo no importa tanto. Lo mejor de la noche fue la noche, mágica, intensa, memorable, que le aportó al combate el plus de brillo que necesitaba para convertirlo en algo más que la simple topada de dos mastodontes.
Si Domínguez y Moli se hubieran enfrentado en cualquier otro estadio del país y no en Corrientes y Bouchard, primero, no hubieran reunido la muchedumbre que reunieron. Y después, no se hubieran sentado en el ring side Víctor Hugo Morales, Carlos Griguol, Alfio Basile, Gustavo Mascardi, Osvaldo Laport, Gerardo Romano, Fernando Bravo y Pipo Mancera, entre otros muchos famosos; no hubieran transmitido 19 radios, no se hubieran acreditado mas de 100 periodistas y Canal 9 no hubiera pagado los 30 mil pesos que pagó en concepto de derechos de televisión. Con el valor agregado de su marca y de su historia, el Luna le dio lustre a una pelea de cabotaje. El resto lo hizo la dignidad enorme de los protagonistas.
Porque a la hora de las piñas, el Gordo de Parque Patricios y la Mole cordobesa se olvidaron de las bufonadas y las chicanas de la semana y se dedicaron, más que bien, a hacer lo suyo, que no es el talento ni el estilo sino el coraje, la entrega, la pelea pura. En ese plano, Domínguez terminó poniendo mas corazón que Moli. Y quizás eso es lo que explica, antes que cualquier otro argumento, sus brazos en alto del final.
Curiosamente, el combate cambió en un intervalo. En los cinco primeros asaltos, Moli (117,400 kg) había marcado diferencias de vigor y volumen físico que Domínguez (98,600 kg) trataba de disimular caminando el ring y activando su izquierda en punta. Moli se esforzaba por no desordenarse, amenazaba a Domínguez en la corta distancia con su derecha descendente y hacía valer los 18,800 kg y los 18 centímetros de estatura que lo favorecían.
Pero al sonar la campana al final del 5º round, Domínguez (98,600 kg) se puso cara a cara con Moli (117,400 kg), lo pechó y hasta lo insultó. Y el público, en el descanso, al grito de “Marcelo, Marcelo” tomó partido por él. Eso pareció demasiado duro de soportar para la Mole. Que, siendo el mismo, fue otro al regresar para el 6º round. Desconcentrado, empezó a preocuparse más por las infracciones que supuestamente cometía Domínguez que en seguir afirmando su superioridad. Domínguez tomó debida nota de la nueva situación e insistió con sus picardías para sacarlo de las casillas a la Mole. En el 7º terminó de ponerse a la gente de su lado: hizo pasar dos veces seguidas de largo a Moli con dos pasos al costado y el Luna se vino abajo como si Nicolino hubiera esquivado desde el recuerdo.
En el 8º round, el árbitro Luis Guzmán le descontó un punto a Moli por pegar con el revés del guante. Y ésa pareció ser la última señal que Domínguez aguardaba para arremeter como un toro rumbo a la victoria. El Gordo de Patricios resopló y se lo llevó por delante a Moli a base de ese corazón que ni el más enconado de sus enemigos podría dejar de reconocerle y de unos ganchos al cuerpo que terminaron por minar las pocas reservas de energía que le quedaban al cordobés. Moli terminó sangrando por la nariz y por una herida en la ceja derecha y, en el 12º round, Domínguez a punto estuvo de noquearlo con un ascendente de izquierda que, exhausto y confundido, lo dejó colgado de las sogas que dan a la avenida Corrientes. Hubiera sido la apoteosis.
La pelea fue más pareja que los números de las tarjetas. Primerano falló 115,5-112,5 para Domínguez, Seleme exageró con un 119-110,5 y Villegas dio 117-112,5. Pero nadie se quejó. Moli aceptó su derrota con caballerosidad; los managers, Santos Nicolini y Bladimiro Sodero, sellaron la revancha conun apretón de manos y los dos guapos del ring se olvidaron de los agravios y, fundidos en un abrazo casi fraterno, se felicitaron el uno al otro, por tanta vergüenza derrochada. La noche no pudo haber tenido mejor final.

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