Por Daniel Guiñazu

Basta, por favor. Con este tipo, no quiero pelear nunca más. Ríos me llenó de cabezazos. Fíjense cómo dejó la cara. No se puede pelear con alguien que lo único que quiere es arruinar el espectáculo.”
La cara de Jorge Rodrigo “Hiena” Barrios era un mapa en relieve. Tenía un tajo largo y profundo sobre la ceja derecha y una elevación sobre el costado izquierdo de la frente, producto del choque de cabezas que, al minuto y 36 segundos de la sexta vuelta, dejó trunca la pelea. Por decisión técnica, Barrios (58,650 kg) le había ganado al santafesino Carlos Ríos (58,750 kg), el título argentino vacante de los superplumas. Pero al rostro de la Hiena no se le escapaba el más mínimo gesto de alegría.
–En todo momento, cuando él se me venía encima, corría la cabeza, lo manejaba, lo agarraba del cuello y lo atajaba con el hombro, porque yo sabía que él va permanentemente con la cabeza adelantada. Pero me descuidé una vez y me la puso. Me gustaría haber ganado de otra manera.
–Nos quedó la impresión de que la pelea terminó antes de que vos empezaras...
–Algo de eso puede ser. En el sexto round, él salió parado porque ya no contestaba mi derecha abajo como en los otros rounds. Yo creo que en el séptimo iba a poder definir, pero antes nos partimos las cabezas.
Las declaraciones de la Hiena ayudan a entender por qué la pelea salió como salió. Sobre el ring del estadio de la FAB hubo más precaución que acción. El estilo barullero y desprolijo de Ríos, en el que su cabeza es un tercer puño más que peligroso, condicionó tanto a Barrios que terminó recortándole todo aquello que es su principal virtud: el ataque como búsqueda permanente.
Más preocupado por las zambullidas del santafesino que por sus puñetazos, la Hiena peleó tres rounds y se cuidó otros tantos sin poder huir al final del topetazo que cumplió la profecía de todo el ambiente en la semana, a partir de un dato incontrastable: las dos peleas anteriores de Ríos, ante Juan Gerardo Cabrera y José Pablo Estrella, habían terminado sin decisión por sendos encontronazos.
En esos nueve minutos, Barrios desplegó lo mejor de su repertorio. Peleó pensando, pensó peleando, no se desordenó nunca y cuando afirmó su mano, marcó nítidas diferencias en cuanto a vigor, moviéndolo a Ríos en cada llegada neta. En el primer round, mandó a la lona al santafesino con una izquierda descendente que lo impactó detrás de la oreja derecha y ganó los dos subsiguientes, dejándolo venir a Ríos y contragolpeándolo con su izquierda cruzada a la cabeza o en gancho al hígado. En el 4º, lo cortó con un cross de zurda, pero ya en ese asalto Barrios no fue el mismo de antes: estaba más que inquieto por las embestidas del santafesino y prefirió no jugarse en los cruces.
En el 5º, Barrios profundizó tanto su pasividad que, en uno de sus retrocesos, Ríos le acertó con una izquierda abierta e imperfecta que lo tomó mal parado y lo derribó, pese a sus protestas al árbitro Carlos Roldán. Cuando la pelea en el 6º round, atravesaba una fase de transición, vino el paso al frente simultáneo, el testazo brutal entre los dos, la heridas compartidas y la decisión de recurrir a las tarjetas en las que Barrios ganó por 58,5-57 (Omar Fernández), 59-55 (Basilio Flecha) y 58,5-57 (Héctor Primerano). Líbero tenía 59-56 para la Hiena.
–¿Cómo sigue ahora tu historia, Barrios?
–El lunes (por hoy) voy a ver a mi cirujano plástico, Roberto Majdalani, para que me revise la herida. No creo que vaya a ser nada serio. Quiero defender el título el 22 de noviembre en Tucumán con Gustavo Cuello.
–Este año te dedicaste al ámbito nacional. Peleaste entre otros con Kojak Silva, Víctor Hugo Paz, Javier Alvarez y Ríos. En el 2003, ¿vas a dar el salto rumbo a un título del mundo?
–El año que viene quiero ir a las peleas internacionales. Me gustaría pelearlo a Joel Casamayor y al brasileño Freitas.
–¿Lo viste a Rocky Giménez en el Luna contra Arrieta?
–Disculpame, pero yo estoy para otra cosa. Esas son peleas de aficionados.