Lunes, 28 de diciembre de 2009 | Hoy
EL TRIUNFO MáS IMPORTANTE DEL GOLF ARGENTINO
El desempate del Masters de Augusta fue uno de los momentos más emotivos del año deportivo, coronó al cordobés y lo llevó hasta la cima.
Por Ariel Greco
Cuando en el hoyo 17 quedó a dos golpes del por entonces líder, el estadounidense Kenny Perry, el sueño de conseguir el título del Masters de Augusta parecía desvanecerse para Angel Cabrera. Sin embargo, aquel memorable 12 de abril, el cordobés se tenía toda la confianza para quedarse con el trofeo del torneo más prestigioso del golf mundial. “El Masters es el torneo que siempre soñé ganar. Ahora lo tengo conmigo. Nunca pensé en perder el torneo. Me motivaron los ataques de Mickelson y Woods y la consistencia de Perry. En el 17 sentía que podía ganar aun estando dos golpes abajo”, contó después el Pato sobre aquel histórico triunfo, que le sirvió conseguir la codiciada chaqueta verde y convertirse en el primer latinoamericano en adjudicarse ese torneo. Además significó el segundo Major de su carrera, ya que en 2007 había logrado el US Open. ¿La yapa? Además del saco verde, un premio en efectivo de 1.350.000 dólares...
Claro que no sólo fue una cuestión de confianza y buenos golpes: también la fortuna ayudó al golfista de Villa Allende, de 39 años en ese momento, para conseguir el título en el mismo torneo que Roberto De Vicenzo no pudo celebrar por un error en la confección de la tarjeta. Primero se fueron desinflando los ataques de Tiger Woods y Phil Mickelson, uno y dos del ranking. Y luego, dos bogeys del puntero Perry en los últimos dos hoyos le abrieron la puerta del desempate, al que también accedió el local Chad Campbell, con 276 impactos (12 bajo el par de la cancha).
Al igual que en el 17, otra vez todo pareció escaparse con el primer golpe del hoyo extra. La pelotita cayó entre los árboles, pero dos muy buenos golpes le devolvieron las esperanzas. “Sólo vi un lugar pequeño por donde tirarla y me la jugué. Por suerte me salió bien”, explicó su estrategia más tarde. Ese hoyo dejó a Campbell ya eliminado, por lo que un nuevo desempate, mano a mano con Perry en el hoyo 10, resolvería al campeón de la 73ª edición de Masters de Augusta.
A esa altura, Cabrera tenía todas las de ganar. Su rival había dejado escapar la victoria en dos ocasiones, por lo que la oportunidad estaba en manos del cordobés, que sabía que su excelente manejo del putt y su estilo de juego eran perfectos para Augusta. Y no lo desaprovechó. Con otro par sacó la diferencia que necesitaba para meterse en la historia, para lograr un éxito inolvidable. El puño en alto, la sonrisa inconfundible y el respetuoso saludo a Perry marcaron su mesurado festejo. Un rato más tarde preguntaba por el resultado de su querido Boca. No pareció tratarse la celebración del triunfo más importante del golf argentino. Pero sin dudas que lo fue.
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