Lunes, 28 de diciembre de 2009 | Hoy
MáXIMO PROTAGONISTA DEL FúTBOL MUNDIAL
Ganó todo lo que jugó, pero además fue primera figura. En la Argentina todavía se pone en tela de juicio su indiscutible capacidad.
Por Daniel Guiñazú
Ningún deportista ha marcado tan a fuego su actividad en 2009 como lo ha hecho Lionel Messi en el fútbol mundial. Los datos de la estadística, no por divulgados, dejan de ser apabullantes. Con el Barcelona fue campeón de todo lo que jugó. Ganó el Mundial de Clubes, la Champions League de Europa, la Liga de España, la Copa del Rey, la Supercopa española y la Europea. Fue el máximo goleador de su equipo en el año con 38 goles. Y logró 19 premios individuales. El 27 de agosto, la UEFA lo distinguió como el mejor delantero, el mejor jugador y el autor del mejor gol de la edición 2008-2009 de la Champions. El 26 de octubre fue consagrado como el mejor atacante y el mejor jugador de la Liga Española. El 5 de diciembre recibió el Balón de Oro de la revista francesa France Football como el mejor jugador europeo. Y, en apenas 48 horas, la FIFA le concedió dos condecoraciones: el 19 de diciembre, en Abu Dhabi, como el mejor jugador del Mundial de Clubes; y el 21 en Zurich, como el futbolista número uno del planeta. Impresionante.
En cada uno de los torneos que jugó y ganó, Messi tuvo aportes decisivos, determinantes. Siempre fue primera figura, nunca estuvo de relleno. El 3 de mayo le hizo dos goles al Real Madrid en el histórico 6-2 que Barcelona logró en el estadio Santiago Bernabeu. El 13 de mayo anotó el segundo de los cuatro que el Barça le convirtió al Athletic de Bilbao en Valencia para llevarse la Copa del Rey. El 27 del mismo mes marcó de cabeza el segundo tanto de la final de la Champions que los catalanes lograron al vencer 2-0 al Manchester United en el estadio Olímpico de Roma. El 23 de agosto señaló, de penal, el segundo gol de los tres que el Barcelona le marcó al Athletic de Bilbao en el Camp Nou en la definición de la Supercopa de España. Cuatro días más tarde, en Mónaco, en el segundo tiempo suplementario, bordó una jugada extraordinaria y le sirvió a Pedro el gol con el que Barcelona venció 1-0 al Shakthar Donetsk de Ucrania y obtuvo la Supercopa de Europa. Y en el reciente Mundial de Clubes tardó 56 segundos, viniendo desde el banco, para marcar el segundo gol en la semifinal ante el Atlante de México e hizo el tanto del triunfo en la dramática final frente a Estudiantes. “Tiene el gen de la victoria”, dijo de él su técnico, Pep Guardiola. Habrá que convenir que está en lo cierto.
Casi todo el mundo del fútbol terminó en 2009 de inclinarse a los pies de Messi. En la Argentina, sin embargo, todavía abundan los que se atreven a poner su grandeza en tela de juicio. Que sea argentino como Diego Maradona le juega en contra. Y que haya llegado a la cima de la consideración mundial sin haber estado ni un minuto en un equipo de nuestro país lo priva de la necesaria red de protección a la hora del debate. La leyenda de Diego como jugador esta ahí, a la vista y en el recuerdo de todos. La de Messi todavía está en proceso. Y en 2010 tendrá la gran oportunidad de agigantarla. Si en el Mundial de Sudáfrica se arrima al crack que deslumbra con la casaca número 10 del Barcelona y lleva de la mano a la Selección rumbo a una gran actuación, o incluso hasta el título del mundo, ya no habrá dudas. Quienes hoy lo critican habrán de elogiarlo con sólo un pase de su magia. Esa que ha dejado boquiabiertos a todos, salvo a los argentinos inconformistas que no terminan de hacerlo suyo.
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