Marcos René Maidana empleó estos doce meses en consolidar el despegue internacional que había encarado en los dos últimos años. Y no lo hizo mal. Empezó con una derrota. Terminó con media porción de un título del mundo.

El 7 de febrero, en Alemania, el campeón ucraniano Andrei Kotelnik había batido a Maidana por puntos en 12 vueltas con el título welter junior AMB de por medio, poniéndole en evidencia que la potencia devastadora de sus puños era un argumento necesario, pero no suficiente para llegar a ser campeón del mundo. Necesitaba pulir defectos, pensar más, boxear mejor. El técnico venezolano Rafael Liendo estaba orientándolo en ese sentido cuando Maidana (y su manager, Mario Margossian) eligieron el rumbo opuesto y buscaron al argentino Miguel Díaz para que en Las Vegas ordenara el furor combativo del santafesino sin apartarlo de su esencia.

Con Díaz en el rincón, Maidana debutó en los Estados Unidos. Y en el Staples Center de Los Angeles, el 27 de junio produjo, acaso, la más tremenda pelea del año del boxeo mundial. Fueron seis rounds electrizantes ante el californiano Víctor Ortiz por el título interino de los welter juniors de la Asociación. Maidana cayó dos veces. Ortiz, otras dos, y en el 6º asalto, el árbitro Raúl Caiz retiró del ring al estadounidense, flagelado por los cañonazos devastadores del argentino. Algo más ordenado, pero implacable en su contundencia, Maidana retuvo por primera vez su media corona, el 21 de noviembre en Sunchales, noqueando en tres rounds al panameño William González.

La campaña de Maidana es elocuente: de sus 27 triunfos, 26 lo han sido por fuera de combate. Pega como nadie ha pegado en el boxeo argentino en los últimos tres lustros. Y en ese poder finca todo su presente y todo su futuro. Su gran desafío en 2010 será ir por la versión regular del campeonato que ostenta el inglés Amir Khan. Dicen que Khan y su manejador Frank Warren harán lo posible y lo imposible para eludirlo. Saben que cuando Maidana apunta y dispara, no hay púgil que pueda mantenerse en pie.