Lunes, 27 de diciembre de 2010 | Hoy
VOLVIó A DESTACARSE, POSTERGANDO A GINóBILI
Enseñó clase en el Mundial
Por Ariel Greco
Emanuel Ginóbili está cumpliendo su mejor temporada en la NBA. Es el líder de San Antonio, que en el primer tercio de la competencia demostró que es el mejor equipo del certamen, con su inicio más eficaz de la historia, por encima de las campañas que se coronaron con sus cuatro títulos. En la página oficial de la liga estadounidense lo colocan en la lista de candidatos al premio al jugador más valioso (MVP). Y los fanáticos texanos reclaman a los gritos en los partidos ese galardón para su ídolo, hoy más querido que el propio Tim Duncan. Sin embargo, el jugador más determinante del año para el básquetbol argentino fue Luis Scola. Tan majestuoso resultó lo del ala pivot de la Selección Argentina que logró postergar a Manu en una temporada en la que bahiense está descollando en el torneo más competitivo del mundo.
La tarea de Scola en el Mundial de Turquía resultó clave para que el jugador de Houston se catapultara hacia un sitio de privilegio en la historia del básquetbol argentino. Sin Ginóbili ni Andrés Nocioni como laderos, pero como capitán y líder de la Generación Dorada, Scola completó un torneo brillante para que el conjunto de Sergio Hernández terminara en el quinto puesto, con dos triunfos que serán muy recordados en el tiempo: ante el Brasil de Rubén Magnano en los octavos de final con un sprint final de 12 puntos consecutivos, y ante España, campeón del mundo saliente, en el partido por el quinto puesto.
Pero más allá de esos picos de emoción, la labor del ex jugador de Ferro fue deslumbrante a lo largo de todo el campeonato. Con 27,1 puntos de promedio se convirtió en el máximo anotador del certamen. Además, junto con el estadounidense Kevin Durant, el turco Hedo Turkoglu, el serbio Milos Teodosic y el lituano Llinas Kleiza, integró el quinteto ideal del campeonato. Sólo Durant, la figura del campeón Estados Unidos, lo pudo sobrepasar, quedándose con el premio al MVP del certamen. A su aporte goleador también le sumó 7,9 rebotes por encuentro, con un 56,6 por ciento en dobles y un 79,7 por ciento en libres. Además promedió casi 36 minutos en los nueve partidos disputados.
En Turquía, además, dejó varias marcas para la historia. Los 37 puntos ante Brasil se transformaron en la mejor anotación de un jugador argentino en un Mundial. Lo mismo que los 244 tantos totales, la mayor cifra para un basquetbolista de estas tierras en una competencia ecuménica. Sólo ante Lituania, en la frustrante derrota en los cuartos de final que impidió luchar por una medalla, lograron contenerlo y por única vez en el certamen lo dejaron por debajo de los 20 puntos: apenas convirtió 13. Y en la caída ante Serbia, cuando se despachó con 32 puntos, superó la cifra de 331 puntos que tenía Ernesto “Finito” Gerhmann desde 1971 como máximo goleador argentino en los mundiales. “Lo único que sé es que somos segundos del grupo”, dijo aquella noche, más molesto por la caída ante los balcánicos en un final angustioso, que feliz por el logro personal. En total, fueron cinco partidos seguidos por encima de los 30 puntos: 31 ante Australia, 30 ante Angola, 32 ante Jordania, 32 ante Serbia y 37 ante Brasil. Marcas que parecen realmente irrepetibles.
Sin embargo, su gran año no sólo se completó con el Mundial. La evolución en sus cuatro años en la NBA también es constante. Los 16,2 puntos que promedió en la temporada pasada los elevó a 20,3 en la actual, cifra que le permite ubicarse 21º entre los máximos goleadores de la liga. Además suma 8,7 rebotes por partido, marca que lo coloca 19º entre los mejores en ese rubro. Y en el ranking de valoración, una estadística que suma todas las intervenciones positivas y resta la negativas, está encolumnado 26º, con 21,07 de promedio. Ahora, con el chino Yao Ming afuera de la temporada por una fractura por estrés, su gran desafío es meter en los play-offs a Houston, que marcha noveno en el Oeste, con un record de 14 triunfos y 15 derrotas, y que desde la salida del chino acumula cuatro éxitos seguidos. Pero más allá de que lo consiga, para Scola será muy difícil repetir lo logrado en su mágico 2010.
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