EL ARBITRO ARGENTINO DESIGNADO PARA EL MUNDIAL DE JAPON-COREA
Yo, Angel Sánchez, el peor mejor de todos
Al filo de los 45 años, el técnico radiólogo devenido árbitro un poco por azar vive su momento de gloria y lo disfruta con sobria filosofía. Siente que se merece su designación, elogia a su compañero Elizondo y critica a Castrilli mientras se desmarca de la acusación de haber sido “premiado” por su fidelidad a la conducción de la AFA. Considera que ha sido injustamente cuestionado por sectores del periodismo –“nunca se valoró lo que yo hice”– y que con ir a Japón-Corea “está hecho”.
Por Adrián De Benedictis
Su voz transmite alegría, entusiasmo y, por sobre todo, felicidad. Claro, el que habla es el árbitro del fútbol argentino que tendrá la misión de imponer justicia en el Mundial de Japón y Corea 2002: Angel Osvaldo Sánchez. Cerca de cumplir 45 años (nació el 3 de marzo de 1957, en Lanús), este técnico radiólogo que trabaja en la Municipalidad de la misma ciudad que lo vio nacer tendrá el compromiso más importante de su carrera deportiva. Desde Los Cocos, provincia de Córdoba, donde disfruta de sus vacaciones junto a su familia, Sánchez dialogó con Líbero sobre el nuevo desafío que le toca asumir. Seguramente, la cima a la que un árbitro puede aspirar.
Un sueño realizado
–¿Va a dirigir en el Mundial porque es el mejor de la Argentina?
–Creo que tanto yo como Horacio (otro de los candidatos, Elizondo) teníamos las mismas posibilidades de ser designados. Uno cree haber hecho los méritos suficientes desde el año 1999, cuando tuve la suerte de dirigir una final de una Copa del Mundo del segundo torneo en importancia en FIFA, que fue el Sub-20 entre España y Japón, en Nigeria. Anteriormente había tenido un buen Sudamericano en Mar del Plata. Eso me llevó a dirigir semifinales de Copa Libertadores, también jugué un partido muy importante que fue los cuartos de final de la Copa entre Boca y River en el 2000. Fui el árbitro que más partidos dirigió en la Copa América en Colombia, y en los cuatro partidos de eliminatorias en donde me tocó estar me fue bien. Así que yo estaba convencido de que tenía muchas chances, y gracias a Dios se dio lo que uno esperaba.
–¿Estaba seguro de que iba a ser usted el elegido?
–No, seguro no, porque sabía que existía la alternativa de que no fuera, y hasta ya me había preparado diciéndole a mi señora que si no iba al Mundial, quería que ella fuera la persona que me lo dijera. En una decisión de este tipo nunca se tienen las cosas claras.
–¿Cree que puede ser un favor de Julio Grondona por oponerse a las denuncias de Javier Castrilli?
–Yo dije lo que era verdad, y el tiempo demostró que no eran ciertas esas denuncias. Opiné de una forma distinta, porque la verdad no pasa exclusivamente por el periodismo. Me parece que uno también tiene que aceptar que puede existir otra verdad. A mí también me dio bronca pensar que no se valora lo que uno hace, en nueve años de árbitro internacional, con todo lo que hice en los últimos tres años. Para dirigir en un Mundial tenés que haber dirigido bien, nadie llega a una instancia definitiva de un torneo si no tiene condiciones. Nunca se valoró lo que yo hice, es más, desde un sector siempre se me trató de castigar.
–Y de todos los que opinaron sobre su elección, ¿alguno le causó más sorpresa?
–Eso fue en lo previo, en lo posterior no, porque lo único que estoy haciendo es disfrutando junto a mi familia. Esto no es lo más importante en la vida de una persona, pero sí lo es en lo deportivo y en lo arbitral.
Siempre digo que me sorprendería que algunos hablaran bien: yo ya sé que si escucho tal radio lo que van a decir de mí o lo que van a comentar.
–¿Al arbitraje argentino lo perjudican sus propias internas?
–Es que el problema no son los árbitros, el problema son las cúpulas, los que conducen. Los árbitros tenemos una muy buena relación. Con los muchachos del Sadra (el otro gremio, Sánchez pertenece a la AAA) no tenemos ningún inconveniente, y compartimos muchas cosas. Nos diferencia una cuestión gremial, pero no existen tantas diferencias conceptuales.
Creo que los conductores tratan de ser protagonistas, y parecen representantes de árbitros, diciendo cada uno cuál es el mejor y cuál es el peor, como si vendieran a un árbitro. Creo que los dirigentes de árbitros no están para eso, están para darle lo mejor a sus afiliados, y para ocuparse de sus gremios.
–¿Cómo ve ahora el arbitraje argentino?
–Por experiencias propias y por lo que le ha pasado a muchos de mis colegas, estamos en un buen nivel. En un país donde todo está cuestionado, pretender que un árbitro argentino no esté cuestionado dentro de nuestro país sería ilógico. A nivel internacional, cada vez que tenemos oportunidades de salir, realmente las cosas nos salen bien. Siempre estamos con la posibilidad de dirigir encuentros finales en los torneos, e inclusive en los finales de ligas de los distintos países de sudamérica, convocan a árbitros argentinos. Hay que tener en cuenta que el fútbol argentino debe ser uno de los más difíciles para dirigir del mundo. No sólo por los jugadores sino por la gente, por el entorno, o por la prensa.
–Dentro de esa complicación, ¿la televisión los perjudica mucho?
–Sí, existe mucha exposición, sobre todo porque se utiliza el error del árbitro como un medio periodístico. El error de todos los que participamos del juego forma parte del mismo. Toda la vida fue así. Por más que le pongan 20 cámaras, el error va a seguir existiendo, porque tiene que ver con lo impredecible que es el juego. El árbitro nunca espera que se dé tal o cual situación, y tiene que resolver todo en milésimas de segundo, donde muchas veces esa situación es interpretativa, y es subjetiva a la intencionalidad que puede tener el jugador. Si pasás una jugada 20 veces algo vas a encontrar, pero utilizar un elemento para hacer de eso un espectáculo deportivo, que no tiene nada que ver con el fútbol, es tener mala intención. El domingo a la noche la gente quiere ver fútbol y no conflictos. En los programas periodísticos se habla el 50 por ciento de los árbitros, de lo que generaron y de a quién beneficiaron.
Adrenalina
–Angel, ¿en qué partido sintió verdaderamente miedo?
–No sé si miedo, porque es muy difícil sentir miedo en un partido, por ahí lo sentís después de finalizado. Ultimamente, el partido entre Ecuador y Paraguay (un hincha ingresó para agredirlo), por las eliminatorias, pudo haber sido el de más peligro, aunque en ese momento lo pude esquivar. Pero si me hubiera pegado, quizás reaccionaba de otra forma. Pero eso lo pensás después. El árbitro no piensa; yo cuando tuve que echar al ecuatoriano no pensé en lo que podía pasar después. Uno reacciona a lo que entiende que tiene que hacer.
–¿Cuál fue el partido en el que se fue con mayor custodia policial?
–Fue en Platense-Lanús, en el ‘96, un partido que dirigí muy mal, donde le anulé tres goles a Arsenio Benítez. Los árbitros siempre cometen errores de mayor o menor importancia. En mi caso, siempre se acuerdan del mismo partido, pero como pasó hace tanto tiempo, después no debí haber dirigido tan mal... Seguro que fue muy particular, es más, después un amigo, José Méndez, debutó en esa cancha, y no lo pude ir a ver. Lo esperé camuflado adentro de un auto para que la gente no me viera. Sin duda, esa fue mi peor tarde en una cancha.
–¿Y cuál fue su mejor acierto en un partido?
–Los aciertos no tienen que ver mucho con lo que la prensa busca, que tal vez es sancionar un penal correctamente, o en acertar en determinadas cuestiones. Los aciertos están más en otorgar una ley de la ventaja, y que esa jugada termine en gol, ahí uno se siente partícipe. Por mi forma de dirigir, de darle continuidad al juego, que también fui muy cuestionado, he tenido muchas satisfacciones desde ese punto de vista. En los últimos años, donde generé mucha más confianza y credibilidad, me dio más libertad para dirigir de esa forma.
–¿Quiere que la Argentina quede afuera más rápido o en primera ronda, así usted puede llegar más lejos en el Mundial?
–Mirá, para todos los que participamos del fútbol es fundamental que a nuestro país le vaya bien, porque eso nos da posibilidades. Cuando las selecciones clasifican para las instancias finales de un torneo, a los árbitros nos da posibilidades de participar en las competencias másexigentes. Por eso es muy importante que a Argentina le vaya bien. En definitiva, mientras nos vaya bien adentro de la cancha, no necesitamos dirigir una final para generar una buena imagen. Además, eso sería una gran desahogo para 37 millones de personas que no tienen una alegría hace mucho tiempo. Y sería una pantalla para tanto sufrimiento que vive nuestro país. Deseo que mi país salga campeón del mundo, y no importa que yo dirija uno o dos partidos. Con haber sido designado estoy satisfecho.
–Pero, íntimamente, ¿sueña con jugar la final del Mundial?
–No, no, para nada. Mi sueño era poder estar en un Mundial, y ya lo cumplí.
–¿Le va a pedir la camiseta a alguno de los jugadores estrella?
–Yo tengo un museo donde tengo más de 150 camisetas, y si tengo la oportunidad de que me toque dirigir a algún jugador importante, seguramente intentaré quedarme con alguna. Pero en los mundiales es complicado, porque hay ciertas normas de conducta como para que un árbitro pueda acceder a pedirle una camiseta al jugador. Aunque quizás se da.
–¿Pretende la de alguno en especial?
–De los que me toque dirigir. Uno siempre busca al referente de un equipo.
–Sacando Argentina, ¿quién le gustaría que gane la Copa del Mundo?
–...España, por una cuestión de origen.