LOS INTENTOS DE LUIS BARRIONUEVO PARA QUEDARSE CON EL DEPORTIVO ESPAÑOL
Entre gastronómicos se entienden...
El club en el que reinara Francisco Ríos Seoane, y que hoy preside otro empresario del rubro, está en quiebra desde hace cuatro años, sus instalaciones –incluido el estadio– salen a remate esta semana, y el controvertido dirigente pretende adquirirlas para que las disfruten los afiliados al gremio... y para que Chacarita juegue de local en ese estadio.
Por Gustavo Veiga
El senador Luis Barrionuevo es un mecenas que en el fútbol aún tiene mucho por hacer. Jaqueado en la política, pero con la capacidad de maniobra intacta para hacer pingües negocios en otras actividades, está a las puertas de una nueva oportunidad comercial. Se trata de la adquisición del Club Deportivo Español que, el próximo viernes 27, será subastado en el marco de una quiebra que ya lleva poco más de cuatro años y que ni siquiera evitará la Ley 25.284 o de fideicomiso con control judicial. El interés que se le atribuye ha trascendido tanto como el que poseen algunos hombres de la institución afectada, quienes observan al también dirigente gastronómico como un protector. Mientras tanto, en el juzgado del doctor Juan Roberto Garibotto todavía no se ha recibido ninguna oferta que, habida cuenta del patrimonio que se liquidará y su precio de base, 11 millones de pesos, es una seductora alternativa de inversión. Alcanzarían algo menos de 4 millones de dólares para quedarse con 15 hectáreas ubicadas en el Bajo Flores, a metros de una autopista y con un estadio para 31 mil personas. Y eso, sin contar otras instalaciones de un club que fue fundado el 12 de octubre de 1956 y jugó en todas las categorías de la AFA. Si se concreta la compra, la Unión de Trabajadores Hoteleros y Gastronómicos que lidera Barrionuevo sería la beneficiaria –el predio se destinaría a sus afiliados– en una operación en la que, además, ya habían mostrado su afán de involucrarse Mauricio Macri y acaudalados empresarios de la colectividad española. Sin embargo, el catamarqueño, adelantándose a todos, podría incorporar otro nicho más al que ya mantiene en el fútbol a través de la compañía de seguros El Surco SA, donde la AFA contrató una póliza para resguardarse de los accidentes que pudieran sufrir los espectadores en las canchas.
“Hasta ahora no ingresó ninguna oferta. La quiebra sigue su trámite normal y lo único que tiene previsto la ley para modificar la situación es un avenimiento, siempre que los acreedores presten su conformidad”, informó el jueves pasado la doctora María Gabriela Vasallo, secretaria del Juzgado Comercial Nº 2. En consecuencia, el edicto publicado en el Boletín Oficial el 6 de junio último (ver aparte) continúa vigente y, de no mediar una negociación firme con los acreedores, se rematará el club en la fecha fijada. Es curioso pero, a menos de una semana de la subasta, en Deportivo Español no se percibe la efervescencia de junio del 2000, cuando, ante la inminente amenaza del cierre, socios e hinchas se movilizaron masivamente hacia el Congreso y el Consulado de España. Por entonces recibieron con satisfacción la sanción de la ley de fideicomiso que le permitió a la institución seguir desarrollando sus actividades sociales y deportivas durante el trámite de liquidación.
Hoy, el presidente Daniel Calzón, un empresario gastronómico un tanto venido a menos, se encuentra recluido en uno de los locales que administra –”La Quintana” de Lomas de Zamora– y en una de las esporádicas declaraciones que formuló, pese a la delicada situación, quiso mostrarse entusiasta: “Hemos tenido contactos con algunos empresarios fuertes de nuestra colectividad que están evaluando la oferta y, como somos optimistas por naturaleza, vamos a seguir peleando hasta el final”, le dijo a España Exterior, el periódico de las comunidades hispanas en el mundo. Líbero intentó ubicarlo durante toda la semana pasada, pero jamás respondió su celular. De Calzón se cuenta que quiso emular a su antecesor, Francisco Ríos Seoane, el presidente que manejó el club a su antojo a lo largo de tres décadas, pero se convirtió en una mueca del hombre que en la actualidad está bajo tratamiento psiquiátrico y a la espera de lo que resuelva la Justicia en varias causas que lo tienen como imputado.
Vínculos añejos
“Entre Chacarita y Deportivo Español hubo una serie de negocios que se manejaban de una forma muy particular. Basta recordar los jugadores que pasaron de un club a otro. Ríos Seoane y Barrionuevo fueron durante añoslas dos cabezas visibles de la gastronomía. Uno como empresario y el otro como dirigente sindical. Hace tiempo, la actividad se manejaba por lo que decían ellos, se armaban los convenios de esa forma...”, sostiene Antonio Liurgo, ex abogado de la entidad que está por liquidarse y también de empresas gastronómicas.
Durante la entrevista realizada en una confitería a una cuadra del Congreso, el letrado recordó cómo Español se convirtió a partir de los años ‘80 en anfitrión de presidentes y dictadores por igual. Desde Raúl Alfonsín y Carlos Menem hasta Emilio Massera, desfilaron por las instalaciones que utilizaba a discreción el conflictivo Ríos Seoane. “El ex presidente del club hizo mucho dinero en espacios públicos como estaciones de ferrocarriles y predios municipales. Le adjudicaron concesiones en Retiro, Constitución, Morón... los mejores lugares eran para él. Ríos Seoane siempre mantuvo vínculos fluidos con el poder. Y no desapareció porque está enfermo sino porque su abogado le aconsejó abandonar la escena pública para evitar ir preso. Las últimas veces en que se lo vio, fue en la cancha de Chacarita junto a Barrionuevo. Le estoy hablando de los años ‘98 y ‘99. Después se hizo pasar como un enfermo mental”, agregó Liurgo.
El abogado es uno de los denunciantes que llevó a la Justicia un tema conflictivo para Español y la AFA que data de 1997. En agosto de ese año se produjo una huelga de futbolistas debido a la irregular situación en que se encontraban seis jugadores del club. El paro concluyó “gracias al aporte del cuestionado Banco República, que depositó en el Concurso Preventivo del Club Deportivo Español en trámite por ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Comercial Nº 2, a cargo del doctor Juan Garibotto, Secretaría Nº 3 a cargo de la doctora M.G. Vasallo, la suma de 2 millones de pesos”, según reza la denuncia que mencionaba al banco de Raúl Moneta.
Barrionuevo, quien formalmente es secretario de su gremio desde el 2001, aunque ha sido su hombre fuerte desde los ‘80, conoce a Ríos Seoane muy bien. Y no sólo por los partidos compartidos en el estadio de San Martín, que el gastronómico pretendería abandonar en el futuro para utilizar el de Español. Durante el decenio menemista no necesitaron matrícula para operar ni para frecuentar la quinta de Olivos, donde a menudo se les prestaba atención. Al empresario de origen gallego, porque fogoneaba las sociedades anónimas en el fútbol –fracasó en su intento de venderle Deportivo Español a Mauricio Macri–, y al sindicalista adinerado, por sus reconocidas muestras de fidelidad a la causa del riojano.
Esos vínculos se proyectaban a asuntos gastronómicos: “La gente de Barrionuevo visitaba a Ríos Seoane en su fábrica de Bieckert”, recuerda Liurgo. Y también al ámbito de la salud: tenían intereses convergentes en el Hospital Español.
El ex presidente del club, quien hoy continúa frecuentando sus instalaciones, no sería ajeno a la operación que se le adjudica a Barrionuevo. Si así fuere, el senador conseguiría para su gremio el primer y único complejo deportivo situado en la Capital Federal, ya que los gastronómicos poseen otros centros de recreación, pero en el Gran Buenos Aires. Hasta podría argumentar que el estatuto social de los trabajadores que conduce se cumpliría a rajatabla: “...la organización no solamente velará por la defensa de los intereses materiales de los afiliados sino que reivindica para sí el derecho de intervenir y gravitar en la solución de los problemas económicos, sociales, políticos e institucionales que afecten a la Nación y al Gremio”.
En rigor, debería discutirse la gravitación que tendría un campo de deportes que, con cancha de cemento incluida, excede las posibilidades económicas de un sindicato argentino. “La Uthgra no podría comprar de ninguna manera un club como Deportivo Español en el marco de desafiliaciones y cierres de seccionales que atraviesa como otras organizaciones...”, afirma un referente de la oposición a Barrionuevo que terminó alejándose del sindicato y que pidió no ser mencionado.
Todo pasa, nada queda
Además del estadio con iluminación, esperan por sus futuros dueños las canchas de tenis, paddle, hockey, fútbol reducido, el gimnasio cubierto, las piletas de natación, el restaurante, las parrillas, las playas de estacionamiento –acaso las más amplias que posea un club de fútbol en Buenos Aires– y el complejo de las divisiones inferiores. Todas esas instalaciones serán subastadas y sólo quedarán al margen los derechos federativos de los jugadores, los símbolos del club y sus colores.
La quiebra –que en mayo de 1999 estableció el juez Garibotto a pedido de los ex futbolistas del club José Basualdo, Silvio Carrario, Héctor Almandoz y Jorge Reinoso– es un tema que, desde aquellos agitados días de marchas al Consulado y al Parlamento, ya no moviliza demasiado. Los hinchas y socios se quejan con amargura de que las autoridades del gobierno español se desentendieron y que lo propio hicieron los empresarios de esa nacionalidad radicados en el país. Ríos Seoane, el hombre que condujo al club a su etapa más exitosa, pero que también es acreedor de la quiebra, vive sometido a un tratamiento psiquiátrico y aún debe responder por varias causas ante la Justicia. Calzón, el actual presidente, no da respuestas, desacreditado como está entre sus pares. Lejos y olvidada quedó aquella carta de Manuel Fraga Iribarne, el político conservador español, en la que instaba a los acaudalados españoles radicados en la Argentina a evitar el cierre definitivo. Nadie se hace cargo de la situación y la inercia parece haberles ganado a muchos.
La liquidación de los bienes más preciados del Deportivo Español es inminente. Aunque quién se quedará con ellos parece ser lo de menos. Sobre esa debilidad cabalgarán los interesados en la subasta, con o sin Barrionuevo a la cabeza. La cita es el próximo viernes a las 13.40 en Teniente General Perón 1233. “Una extraordinaria oportunidad”, según reza un aviso del remate publicado el domingo 8 de junio.