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Lunes, 23 de febrero de 2004

FúTBOL › SALAS RETORNO CON UN GOL Y UNA BUENA TAREA

El Matador está de regreso

Después de un año plagado de lesiones y sinsabores, Marcelo Salas tuvo ayer un retorno soñado: convirtió un gol, se mostró solidario con su equipo y además se retiró ovacionado por la gente de River tras jugar más de una hora en la cual no evidenció ningún problema físico. Luciendo la cinta de capitán en su brazo derecho, el “Matador” volvió a pisar el césped del Monumental con el claro propósito de convertirse en uno de los referentes del conjunto que dirige Leonardo Astrada y para mantener todo el cariño del hincha riverplatense.
“Chilenoo... chilenoo...”, coreó la hinchada de River cuando por los altoparlantes anunciaron su nombre entre los once jugadores que integraban la formación titular del equipo de Núñez. El ritual volvió a repetirse cuando el delantero ingresó al campo de juego y saludó a la tribuna popular local. Al comenzar el partido, Salas se ubicó en el costado derecho del ataque pero, con el correr de los minutos, fue intercalando posiciones con Cavenaghi y bajó varias veces hasta la mitad de la cancha para asociarse con Montenegro y Coudet. Tras los primeros minutos, donde se mostró un poco frío, comenzó a entrar en contacto con la pelota y a ganar cada vez más confianza. A los 15 minutos del primer tiempo remató al arco por primera vez después de recibir una buena asistencia de Montenegro. A los 22 bajó de cabeza una pelota que el número 10 de River transformó en centro para que Cavenaghi conectara un formidable zurdazo a la red. Fue el primer gol del partido y el chileno ya mostraba su intención de participar activamente en el juego de su equipo.
Salas y Cavenaghi continuaron buscándose dentro del campo de juego para armar la sociedad ofensiva que necesita el equipo de Astrada. A la media hora de juego, el chileno aprovechó un pase del juvenil atacante de River para romper la línea defensiva de Estudiantes y ponerse de cara al arco que defendía Docabo. Tocó con suavidad al segundo palo y la pelota entró lentamente; fue un gran desahogo después de un año en el cual las repetidas complicaciones físicas lo habían marginado de las canchas. Se arrodilló frente a la platea Belgrano y realizó su clásico festejo, que en esta oportunidad pareció, además, un gesto de agradecimiento para los hinchas de River que supieron esperarlo y le tributaron todo su afecto.
En total Salas jugó ayer 60 minutos, cedió catorce pases, once de los cuales fueron correctos, tiró cuatro veces al arco y convirtió un gol. Fue reemplazado por Sand y se fue despedido en medio de una gran ovación, como en sus mejores tiempos: “Chilenooo... chilenoo...”.

Informe: Leonardo Castillo.

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