FúTBOL
Un empresario todo terreno
Por G.V
Alberto Guil tiene 65 años, es viudo y se ha vuelto a casar. De su primer matrimonio nacieron dos hijos y con su segunda pareja ha constituido una sociedad que se dedica a la construcción. Hombre versátil, el presidente de San Lorenzo también incursiona en los negocios agropecuarios, a través de una compañía que se llama Delfinagro y cuyas modernas oficinas están ubicadas en el barrio de Belgrano, donde recibió a Líbero. Quien gusta definirse como “una persona de trabajo” presidió la cadena de hipermercados Norte que fue vendida hace unos años por su familia al grupo Exxel.
Su mira está puesta hoy en emprendimientos vinculados con el campo, ubicados en la provincia de Buenos Aires. Además está levantando un edificio de 15 pisos en la ciudad de Azul sobre un terreno que le compró a ese municipio bonaerense. Sus planes en materia de construcción iban más allá, pero el corralito financiero impuesto por Fernando de la Rúa y Domingo Cavallo, y sostenido en el tiempo por Eduardo Duhalde, les impidió a él y a su esposa construir dos torres de departamentos en el barrio Las Cañitas.
“A mí me agarró el corralito totalmente. Yo siempre jugué todo a la Argentina, porque considero que los empresarios debemos invertir acá, pero nuestro capital quedó atrapado y el resto son bonos argentinos que se los vamos a vender a Montoto.” Precavido, Guil presentó un recurso de amparo que le permitió extraer los fondos de un plazo fijo en el Banco Provincia. Con ese dinero, sostiene ahora, pudo continuar la obra de Azul que estaba paralizada y así evitar que más de treinta trabajadores pasaran a engrosar la más que abultada cantidad de desocupados que hay en la Argentina.
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