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Por Daniel Guiñazu

La casa está en orden. A cuatro fechas del comienzo del Apertura, Boca y River ya alcanzaron la punta de la tabla. Por ahora, Vélez es el tercero en cuestión en el habitual mano a mano de los más grandes por el título. Y Racing los sigue de cerca. Pero todo parece indicar que la historia habrá de repetirse. Y que, desembarazados de cualquier molesta compañía, los equipos de Brindisi y Astrada volverán a ser los únicos que lucharán por dar una nueva vuelta olímpica, allá por mediados de diciembre.
En algo coinciden: llegaron a lo más alto sin dar todavía lo mejor. Y sin contar con algunas de sus figuras, marginadas por lesiones o por su compromiso con los seleccionados nacionales. El escenario parece dibujado: como están dadas las cosas, es más probable que los dos archirrivales se despeguen de sus perseguidores y se escapen solos, que alguno de ellos se ponga a tiro y les dé pelea hasta el final.
No hay que confundir la realidad con los deseos. Hubiera sido bárbaro un Apertura con más actores u otros distintos. Hubiera estado bueno ya, a esta altura, ver a Independiente, a San Lorenzo, al Colón de Basile o al Newell’s de Gallego más arriba en la tabla, jugando con pretensiones de campeón. Pero nada de eso ha sucedido. Y da toda la impresión de que no sucederá. Es cierto: han corrido sólo cuatro fechas y sería temerario descartar a cualquiera. Pero ninguno de estos cuatro equipos (ni hablar de los otros) parece dar la talla necesaria como para colarse en la carrera por el primer puesto.
Hoy están Vélez y Racing. A ellos habrá que apostar si se quiere un Apertura parecido, pero diferente. Ojalá tengan más fútbol que el que hasta aquí mostraron como para llegar a lo último, cercando a River y a Boca. Si no, el torneo volverá a ser lo que ha venido siendo en los últimos tiempos: una charla de dos que el resto mira desde afuera.