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El crimen perfecto
Por Pablo Vignone
Dicen que no hay nada más viejo que los diarios de ayer... pero antes de que sirvan para envolver pescado o huevos en el mercado, un repaso nada inocente resulta de utilidad en situaciones como ésta.
Se leyó en los diarios de ayer, por ejemplo...
“... si hay un ámbito donde por sobre todas las cosas existe la pureza y la nobleza, ése es el fútbol”. Lo dijo Jorge Burruchaga, el entrenador de Estudiantes, que algunos recuerdos amargos conserva seguramente de su paso por el fútbol francés.
“No hay que darle demasiada bolilla a estas cosas, somos un gran equipo y tenemos que demostrar eso en la cancha.” Lo afirmó Andrés San Martín, uno de los futbolistas de mejor rendimiento en la tarde de ayer en Núñez.
¿Dicen algo esos conceptos –dos entre tantos– ahora, con la fecha puesta y los resultados conocidos?
La historia reciente del fútbol argentino habilita la sospecha. Se conoce el caso de un árbitro que, en un partido importante de Primera, no hace mucho, sabía hasta la cantidad de la incentivación; esperó hasta los últimos cinco minutos y cobró penal en contra de los incentivados, que por su parte se quedaron sin cobrar.
No hay pruebas, claro. Es el crimen perfecto. Siempre resulta el crimen perfecto. Pero es que dejan tantas pistas sueltas...
“Me parece que el Lobo no sale campeón –cantaban los hinchas de Estudiantes con los dos 3-1 sellados– porque el Guille, porque el Guille lo cagó...” Y siguieron: “Salgan campeones, la puta que los parió...”. Algunos habían festejado los goles de Boca, como otros hinchas de River no mostraron tristeza pese a la pobre actuación de su equipo.
Lo llaman folklore. Provoca sonrisas irónicas. A veces asco.