BASQUETBOL
Desde el comienzo de la Liga Nacional, los recambios de extranjeros fueron los principales fusibles que utilizaron los equipos para tratar de torcer un rumbo equivocado. Pero a partir del cambio reglamentario que ahora permite a un equipo fichar a un jugador que actuó en otro club en la misma temporada, los reemplazos de foráneos tomó una tónica distinta. La moda de esta edición pasa por contratar extranjeros que fueron “cortados” con anterioridad por otros conjuntos. Los ejemplos sobran: Julio Lamas no quiso a Maurice Spillers en Ben Hur, pero lo sumó Boca para su plantel. Marcus Fleming no conformó en Regatas de Corrientes, aunque fue importante para Ciclista. El panameño Dionisio Gómez no es el extranjero que necesita Libertad pero, tras su despido, de inmediato fue contratado por Regatas. Claro que para hacerle lugar, los correntinos debieron prescindir de Jason Keep, jugador que enseguida fue elegido por Belgrano. Regatas también descartó a Silas Mills, pero el alero pudo reengancharse en la Liga en Obras. Las razones para la práctica de esta metodología son dos, y están ligadas a factores económicos. Traer un extranjero de Europa o de Estados Unidos cuesta un dinero que se puede evitar si el jugador ya está en la Argentina. Y además se conoce al basquetbolista que se trae, ya que muchas veces ha sucedido que los jugadores requeridos perdían centímetros o ganaban kilos en el vuelo hasta Ezeiza.
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