Las estadísticas se agolpan como las coronas de laureles, una sobre otra. El piloto más ganador de la historia del rally, el máximo vencedor del 2007 (cuatro triunfos sobre seis rallies), triunfador por tercer año consecutivo en las sierras cordobesas, y quién sabe cuándo se detendrán las cuentas. A título de la invencibilidad que demuestra, a Sébastien Loeb se lo ha comparado a menudo con Michael Schumacher, pero no faltan los que aseguran que la comparación es injusta “porque el francés es más completo”. Es dueño de los caminos del mundo, pero cuando fue a correr a la pista, a las 24 Horas de Le Mans, terminó segundo.

Esa aureola de máximo vencedor, de piloto imbatible, les asegura a sus opiniones un peso extraordinario. “Ir a Buenos Aires fue demasiado –opina apenas consagrado el triunfo–. La verdad es que los superespeciales no son rally. Son un show. Y para eso está el estadio Córdoba, muy cerca de aquí. Espero que se haga mejor en el futuro.”

Es éste un momento particular del rally mundial. Con sólo tres pilotos (Loeb, Gronholm, Solberg) auténticamente grandes conductores, las estadísticas engordan más fácilmente que en otras épocas más competitivas, y de manera especial si el auto y el equipo se preparan y se arman en torno de una estrella del volante. Ese es el caso de Loeb, en torno del cual la Citroën cerró filas. Ya ganaron tres títulos mundiales y van, este año, por el cuarto. Schumacher ganó siete títulos, cinco de ellos consecutivos. No sería raro que Loeb lo imitara.