–En China se cerrará un ciclo. ¿Están preparados para el recambio generacional en muchas disciplinas?

–Con estos Juegos de 2010, la idea es comenzar, después de Beijing, un programa de becas, de incentivos para esos chicos que tengan posibilidades. Además, desde el año que viene está la chance de solventar técnicos en las federaciones que no los tuvieran por falta de recursos, y también viajes para competir tanto aquí como en el exterior. Sabemos que estos Juegos son los últimos para muchos, y vamos a tener que buscar recambio. En el fútbol siempre surgen deportistas, pero en los deportes que hay que entrenar 5 o 6 horas por día, se requieren muchas cosas.

–¿En este período de Olimpíadas pudieron atender los reclamos de las distintas federaciones?

–Es claro que se hicieron muchas cosas, y también quedan muchas por hacer. El proyecto deportivo, en general, se mide por plazos. Los países que más han crecido en los últimos años, a nivel olímpico, han sido Italia, España, Francia y Australia. Y esos países llevan programas de alrededor de 20 años. Recordemos que España comenzó a trabajar en su programa olímpico, para los Juegos de Barcelona ’92, en la década del ’80. Son procesos largos, el deporte forma parte de la cultura de los pueblos, todo proceso cultural demanda años, y no se puede medir por acciones aisladas sino por acciones consecutivas que están encadenadas. Esto es lo que lo diferencia al deporte amateur del profesional. Un equipo de fútbol puede estar peleando el descenso este año, pero consigue que algún jerarca ruso ponga 100 millones de dólares, y el año que viene está peleando la Copa Libertadores y gana el campeonato. Esto en el deporte no profesional es imposible, porque los plazos son más largos, y porque la cantidad de tiempo de entrenamiento que se necesita, desde que se detecta un talento a los 11 años hasta llegar a la cima después de los 20, pasan otros 10 o 12 años, es decir tres Juegos Olímpicos.

–¿Cómo se descubre ese talento?

–A través del deporte social se puede descubrir un talento. En los Juegos Evita, el año pasado, ha surgido un chico en salto en alto que hizo la segunda marca del año, y salió de los Evita. Hay chicos de la escuela secundaria que funciona aquí en el Cenard, que son de distintas provincias y ya son campeones nacionales, y han sido representantes en los Juegos Odesur. Si pudiéramos multiplicar estas escuelas por mil en todo el país, tendríamos mayores resultados. Los chicos acá salen de la escuela que está dentro del complejo, entrenan, comen y duermen en el Cenard. Pero son 40 o 50 chicos, quizá necesitamos 50 mil. Estas son acciones que se ven en el tiempo. Cuando llegamos, hicimos un diagnóstico y empezamos a hacer las tareas para cumplir con ese diagnóstico. Pero nuestro deporte no va a ser mejor que el de un país con una estructura definida como el de los países nórdicos, que llevan 40 o 50 años trabajando en deporte social y en deporte de rendimiento, ni va a ser peor porque saque una medalla menos que Kenia, porque gana tres pruebas de atletismo. A la verdad, sea a favor o en contra, hay que buscarle cierto equilibrio. Después, claro, ojalá que nos vaya bien en el medallero.