La situación que casi desemboca en el alejamiento de Oscar Ahumada de River fue el detonante para que los clubes reaccionaran antes de que comenzaran a perder lentamente su capital. Y más allá de que el volante seguirá jugando en el último campeón, las instituciones resolvieron de manera urgente modificar los futuros vínculos con los protagonistas, y a partir de ahí iniciar un nuevo período de convivencia. En ese sentido, el secretario de Asuntos Legales de la AFA y presidente de Lanús, Alejandro Marón, dialogó con Líbero para dejar en claro cómo será esta relación a partir de julio del año que viene.

–¿El problema que surgió con los contratos de los jugadores desnudó la falta de reestructuración en el fútbol argentino?

–No creo que sea tan así. Me parece que hay un ordenamiento mundial en ese aspecto. El sistema funcionó y funciona, lo que sucede es que hay riesgos jurídicos, y eso había que evitarlo. El mecanismo debe adaptarse a los regímenes de la FIFA y a partir de ahí comenzar un nuevo mecanismo. Si no aparecían estos últimos casos, quizá nadie hubiera dicho que había que cambiar algo. Pero insisto, es bueno que ahora se adapte todo para estar en los mismos niveles que el resto del mundo.

–¿Quiénes son los principales responsables de que se haya llegado hasta este punto de colapso?

–En la rueda hay mucha gente, y los clubes tenemos la posibilidad de denunciar a los que están cometiendo faltas. Sin duda, una de las patas que causa inconvenientes es la de los empresarios. Hace un tiempo comenzaron a ser identificados de una manera más clara porque deben estar inscriptos en la FIFA. Entonces, los que no tienen su licencia es conveniente que no intervengan en el mercado. Ellos también deben cumplir con sus derechos y obligaciones como corresponde. Las pautas tienen que ser justas para todos, y hay normas éticas que no se pueden pasar por alto.

–En el caso particular de Lanús, ¿el club se opone a negociar con estos empresarios?

–Claro. Si bien nuestra institución no suele hacer mucho ruido en el mercado, siempre elegimos tratar directamente con los clubes o con el jugador mismo. Después ocurre que cada jugador puede designar un representante para que negocie su contrato y en ese caso hacemos transacciones con ellos, pero porque es alguien que el jugador eligió. Pero siempre las cosas tiene que ser claras, y cuando el pase de un jugador está dividido en varios porcentajes para distintos grupos, todo se hace más confuso.

–¿Y cómo se defiende el jugador cuando los clubes no cumplen con los vínculos firmados?

–Si está todo documentado no tendría que haber problema. Lo que pasa es que aquí la palabra asumida no es respetada en todos lados. De esa manera, con esta nueva reglamentación no habrá espacio para que los jugadores firmen una cosa y luego acuerden por otra, como se ha comprobado que sucedió en muchos casos. Pero los clubes tienen que ser cuidadosos para acomodarse a lo que pueden pagar. Ahora los jugadores tienen otras armas para defenderse.

–¿Qué sucederá en los casos particulares, como el de (Sebastián) Nayar?

–Boca va a tener que discutir ese tema con la FIFA, porque si el jugador fue sacado del club de manera anormal lo tiene que hacer valer. Pero los jugadores tienen el derecho a elegir adónde ir si no están a gusto en un club. El tema es que todo debe desarrollarse sobre los parámetros establecidos.

–¿Esta nueva determinación que adoptó la AFA marcará un punto de inflexión, como había sucedido con la cláusula del 20 por ciento en 1975?

–Seguro. Acá se hace hincapié en la formación del jugador, porque Argentina es un país formador, no es comprador. Y así se trata de que la FIFA responda a los 208 países que la componen, y no sólo a los de Europa occidental.