FúTBOL › FORLíN Y CáCERES SE DESTACARON POR SU SOLIDEZ
Los zagueros resultaron lo más afiatado del fondo. En el medio se destacó Battaglia por sobre Vargas, aunque ni Chávez ni Gaitán pudieron ser protagonistas del superclásico.
› Por Facundo Martínez
En líneas generales, Boca tuvo una actuación discreta. Más allá de haberse mostrado apenas superiores a sus adversarios, salvo los trabajos de Palermo y Forlín, y un escalón más abajo Battaglia, los jugadores de Boca estuvieron lejos de conformar con sus actuaciones en el superclásico.
Abbondanzieri, por ejemplo, no tuvo mucho trabajo porque River se propuso realizar un partido ordinario. Y más allá de algún que otro apuro en la salida, en las dos situaciones más claras de gol de River falló en la primera y acertó en la segunda. En el tiro libre de Gallardo, el arquero se jugó sobre su palo y el volante, que se había parado como para ponerla en la otra punta, la puso nomás ahí y marcó el empate que Abbondanzieri se quedará maldiciendo.
Lo mejor de Boca estuvo en defensa. Forlín volvió a mostrar que es un monstruo y que juega muy concentrado, por eso anticipa y corta pelotas como si fuera un cirujano. Cáceres ganó bien de arriba y, pese a que reaparecía en el equipo, no desentonó. Ibarra se mostró siempre como alternativa para la salida y se hizo un picnic con Gallardo, que se recostó sobre su sector, pero pasó poco y nada. De Morel Rodríguez lo mejor fue la primera parte, después perdió claridad y no aportó mucho en la ofensiva.
En el mediocampo se destacó Battaglia. Jugó muy concentrado y fue clave en la recuperación de pelota. Mucho tuvo que ver en el hecho de que los mediocampistas de River tuvieran tan pocas posibilidades. En la única que se excedió fue, precisamente, cuando derribó a Buonanotte cerca de la medialuna, de ahí vino el tiro libre del empate.
Un escalón más abajo se mostró el colombiano Vargas, de buena actuación también. En cambio, ni Chávez ni Gaitán pudieron ser protagonistas, más allá de que el segundo, quien tenía la difícil tarea de reemplazar a Riquelme, haya tenido una inmejorable chance para abrir el marcador en el arranque del partido, pero terminó definiendo un mano a mano sobre el cuerpo del arquero Vega. Sobre el final del partido, Ischia sacó a Gaitán y mandó al campo a Gracián, quien, tras un par de chispazos, se apagó lentamente.
En la ofensiva, Palermo. Porque Palacio tuvo una tarde horrible y salvo el pase en el tanto del goleador, se lo vio errático y sin ideas. Perdió todos los mano a mano que intentó y, cuando la pelota le quedó medio servida en el área, remató a la segunda bandeja. Fue reemplazado por el pibe Mouche, que apenas entregó un par de desbordes y el centro para Palermo, poco teniendo en cuenta las ventajas que otorgaba Cabral en la marca.
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