El estadio, la sede, los bares, hasta Avellaneda pareció quedar chica para los hinchas de Racing, que desbordaron la ciudad y sus accesos con el objetivo de sentirse protagonistas. Desde pasado el mediodía, Avellaneda empezó a darles la bienvenida a los peregrinos vestidos de celeste y blanco y a los autos enfundados en banderas. Los que se demoraron sufrieron quedar en medio de alguna corrida o algún palazo de la policía cuando se complicó la situación al cerrarse los accesos a las populares. A una hora y media del partido, el estadio estaba colmado y afuera había hinchas para llenar medio más. Muchos se mantuvieron en las cercanías, en el enorme playón, otros se refugiaron en los bares para seguir el partido, en tanto que más de 50 mil hinchas fueron privilegiados espectadores en un estadio totalmente colmado.